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martes, 27 de febrero de 2018

La fragua literaria leonesa: Andrés Martínez Trapiello

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LA FRAGUA LITERARIA LEONESA

Martínez Trapiello: "En varias ocasiones he manifestado el error de unos provincianos que educan hijos para la emigración"

Manuel Cuenya | 26/02/2018 - 11:25h.

El polifacético Andrés Martínez Trapiello, perteneciente a la saga literaria de los Trapiello y autor de 'La saga de Trapi', tiene la intención en estos momentos de continuar con su blog con tranquilidad, sin la necesidad de escribir obligado. Y confiesa que se siente algo abrumado por calificativos que lo han acreditado de escritor, fotógrafo o actor.
Andrés Martínez Trapiello. Foto: La Nueva Crónica

 

Perteneciente a la estirpe literaria de los Trapiello ('La saga', como escribiera el gran Crémer en 'Diario de León' en 2005), Andrés Martínez Trapìello es el autor de 'La senda de Trapi', un libro "para leer a sorbos... perfecto para quienes la vida se nos va haciendo memoria", compuesto por relatos de corte 'autobiográfico', aunque lo autobiográfico, en este caso, esté tamizado por la imaginación. Ilustrado por bellas imágenes, incluida su portada, que nos ofrece un León antiguo, en el que sobresale su catedral.
Como le gusta decir al propio Andrés: "En el libro hay autobiografía e imaginación para personajes y lugares que enriquecen una forma de vivir o de hacerles vivir. Y esas letras están 'condicionadas', en la mayor parte de las veces, por melodías que me crean un ambiente propicio para poner una letra tras otra. Normalmente me acompañan Haendel, Prokofiev, Tchaikovsky, Bach... Y  también The Beatles".
Unos relatos que nos hablan de un tiempo pasado, que algunos desconocen (como es el caso de los hijos del autor) y que otros recuerdan con nostalgia. La memoria como fuente literaria. Y el pasado, cargado de vivencias y recuerdos, como sustancia nutriente.
Un retrato del León de infancia de Martínez Trapiello, un "León pródigo en bellezas", que su creador nos enseña con fascinación, con alma, con el espíritu de un rapaz que estuviera descubriendo su universo.
"La senda de Trapi es –nos aclara su creador– producto de mi blog". Hasta que sus amigos escritores lo impulsaron a que editara un libro, que hiciera crecer las palabras para juntarlas en un volumen.
Cuenta que su afición por las letras comenzó en el Colegio de los Padres Dominicos de la Virgen del Camino con la redacción de sus diarios, "muchas páginas de muchos cuadernos que han desembocado en mis divertimentos", apostilla este literato y fotógrafo, que dice de sí mismo que ni es escritor, porque se limita a poner una letra tras otra para su satisfacción, como evasión o necesidad de continuar una costumbre adquirida en su Colegio de los  Dominicos, ni es fotógrafo, porque sólo hace fotos.
En todo caso, en estos momentos puede verse una exposición fotográfica suya en el Club Peñalba Casino de León, donde nos muestra quince imágenes sobre paisajes urbanos de la capital provincial, su "referencia de vida por nacencia y vivencia", tomadas en distintas épocas, años y momentos.
"Mantengo, como en lo literario, que yo no hago fotografía, que hay muy buenos fotógrafos por estos lares; yo solamente hago fotos, quizás como compensación al no saber pintar", sostiene este autor leonés, que se considera ciudadano del mundo, y cuyos lazos familiares lo unen al terruño,  aunque sus ancestros –recuerda– ya ocupen un lugar en cualquier cementerio de la Provincia.
"Mantengo, como en lo literario, que yo no hago fotografía, que hay muy buenos fotógrafos por estos lares; yo solamente hago fotos, quizás como compensación al no saber pintar"
El alma en el arte
Andrés Martínez Trapiello es consciente, como dijera su hijo, el fotoperiodista Andrés Martínez Casares, que "el secreto de una buena fotografía es el alma". Y es lo que intenta reflejar él cuando dispara su cámara o su móvil. O lo que hace cuando escribe, imprimir alma a las palabras y las imágenes. Ese es el secreto, sin duda. La clave reside en cómo se logra captar el alma de las cosas y las personas.
"Hay fotografías que me han provocado completarlas con letras; aunque las hay que ya hablan por ellas mismas", matiza Andrés, quien escribe y fotografía porque le gusta. Y lo hace con emoción. "Si a alguien más le llama la atención, le provoca alguna emoción, me siento doblemente feliz".
Me da la impresión de que la humildad es lo que nos ayuda a seguir creciendo, aprendiendo. Y Andrés, que es un hombre humilde e inquieto, siente devoción por el arte en general, porque otra de sus grandes pasiones, como ya habíamos adelantado, es la música, su alimento espiritual. "Para mí la música es fundamental en la vida desde que la formación en el Colegio de los Padres Dominicos de la Virgen del Camino nos desveló el complemento tan maravilloso que es para una vida lo más plena posible, los ratos de felicidad que puede proporcionar. Soy adicto a ella durante muchas horas al día, me acompaña".

miércoles, 21 de febrero de 2018

Mapas afectivos, por Álida Ares


Agradezco mucho que mi querida amiga Álida Ares me dedicara en su día estas palabras cariñosas, estimulantes y alentadoras, a resultas de mis Mapas afectivos. 
Creía que había publicado esta reseña en mi blog, pero he visto que no, con lo cual me apresto a publicarla. Gracias, Álida, por tomarte tu tiempo en la lectura y composición de este artículo. Con personas como tú da gusto seguir trabajando, viajando y escribiendo, que es, como bien sabes, un modo de estar en el mundo. Aprovecho para brindarle estas palabras al amigo Fermín López Costero, persona entrañable y gran escritor, que se nos fue hace pocos días. En su memoria. 


Los mapas afectivos del escritor berciano Manuel Cuenya

De Álida Ares (Universidad de Trento)


Manuel Cuenya (Noceda del Bierzo), profesor, escritor, viajero, editor de la revista cultural La Curuja, columnista y colaborador periódico de El Diario de León, La Nueva Crónica e  ileon.com, donde se ocupa de la sección semanal “La fragua literaria leonesa”,  acaba de publicar  Mapas afectivos (León, La Nueva Crónica, 2016, págs. 221).

No se trata de un libro de psicología como podría hacernos sospechar su título, sino de un libro de viajes, un libro que nace de la pasión del escritor por viajar. “Porque viajar”,  afirma Cuenya, “es una manera sin duda de entender mejor el mundo en que vivimos”.
Álida Ares en Trento. Foto: Jordi Canals

Mapas afectivos es un libro de viajes y de emociones, como lo define su autor, que nos lleva a diversos lugares  de España y otros países de Europa, a Norteamérica y al Norte de África. Pero no obstante la afición por conocer y viajar a otros lugares, es el Bierzo, la región donde vive, aquella a la que siempre regresa, la que considera su predilecto destino emocional. El Bierzo, admite, "es mi tierra, mi luz, mis sonidos, mis aromas, mis gustos y mis tactos, donde he encontrado la temperatura afectiva más favorable".  

En este libro se encuentran los espacios que han cautivado a Cuenya, "esos lugares –incluido el Bierzo− por los que siento afecto, en los que me he sentido a gusto... en los que he encontrado, de alguna forma, una temperatura afectiva adecuada".
Essaouira

En el prólogo del libro, Valentín Carrera nos advierte que estos “mapas afectivos”, al contrario que los geográficos o Gps, no sirven para guiarnos por un territorio determinado, sino para perdernos por  sus rutas de la mano del autor, el cual, a su vez, utiliza como brújula  su curiosidad, su sensibilidad y  sus pasiones: la música, el cine y la literatura.

Estas tres grandes pasiones son con frecuencia las que lo guían hacia un destino desconocido, un lugar donde rememora y evoca a los autores o cineastas favoritos, donde logra tocar y sentir las pasiones que  le suscitan la  literatura, la música, el cine y que luego va a transmitirnos. Para ello Cuenya se introduce por sendas literarias, como la que sigue los pasos de Valle-Inclán en Galicia, de Ángel González en León, de Miguel Torga o Julio Llamazares en Portugal, de Juan Goytisolo en Marruecos, u otras rutas más lejanas, como el México de Buñuel y Bretón, o el Texas de  Win Wenders. Otras veces es la música la que flota en la atmósfera, como en los viajes a Galicia y, en particular, al festival de Ortigueira, al que acude cada año.
Kasbah Itran

Al lector que emprenda esta aventura de vagabundeo por el mundo con Cuenya no le faltarán emociones, música y una compañía extraordinaria, y no solo disfrutará de los conocimientos, la imaginación y la sensibilidad del guía, sino que encontrará también por el camino a muchos otros viajeros y personajes interesantes que comparten su pasión por el viaje y la literatura.

Álida Ares, septiembre de 2016



martes, 20 de febrero de 2018

La fragua literaria leonesa: José María Fernández Chimeno

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LA FRAGUA LITERARIA LEONESA

Fernández Chimeno: "Gaudí representa ante todo 'el genio' innato"

Manuel Cuenya | 19/02/2018 - 11:55h.

El narrador y poeta astorgano José María Fernández Chimeno, autor de 'Gaudí. Ruta por el noroeste de España', entre otros, prosigue con sus investigaciones sobre "los arquitectos leoneses" que conociera Gaudí. Y tiene finalizado un libro de poesía y una novela de intriga que se titulará: 'Gaudí. Las siete notas del palíndromo'.

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Narrador, poeta, José María Fernández Chimeno se considera un "Humanista vocacional", pues lo mismo se involucra en un poemario que en relatos cortos o en novelas históricas. En cualquier caso, siempre se acaba imponiendo su pasión por el arte, según él, que ha escrito algunas obras dedicadas al artista Gaudí, como ocurre en su reciente libro, titulado precisamente 'Gaudí. Ruta por el noroeste de España' (Eolas, 2017), en el que su autor nos muestra la obra que nos legara extraordinario arquitecto catalán en Astorga y León, además de en Gijón o Comillas.
"Gaudí representa ante todo 'el genio' innato que se sobrepone a cuantas limitaciones propias y ajenas le impone la vida", asegura Chimeno. Y nos recuerda que este genial arquitecto de Reus depositó su confianza en sus colaboradores: "el contratista Policarpo Arias en el Palacio Episcopal, el maestro de obras Claudi Alsina en la Casa Botines y en la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de Gijón, y los arquitectos Joan Rubiò i Bellver en Gijón, y Cristóbal Cascante en El Capricho de Comillas, sin la cual jamás hubieran podido llevarse a buen puerto estas obras".
Lo cual nos lleva a la siguiente reflexión, hay que rodearse, en la medida de lo posible, de gente grande y buena y sensible e inteligente, si uno desea hacer una obra interesante. Como le ocurriera, por poner otro ejemplo, al mago Hitchcock en el cine. El cine que es sobre todo un trabajo en equipo. O simplemente si uno desea vivir en medio de un clima favorable, afectuoso incluso.
"Hoy en día practico una mezcla de estilos y épocas, desde Platón y Aristóteles a Umberto Eco, Paul Auster o T. S. Eliot"
Como buen astorgano, Chimeno siente fijación por Gaudí desde que era un niño. Y señala que es una de sus fuentes de inspiración. Como queda constancia en algunas de sus obras, véase o léase su trilogía al respecto: 'La herencia del 'lenguaje gaudinista' en la Arquitectura contemporánea española', 'Gaudí. La forja de un genio' y su última obra hasta ahora. Asimismo, cree que Astorga ha dado grandes escritores a lo largo de su historia como Marcelo Macías y poetas como Leopoldo Panero, "que han sido un referente para los que como Alejandro M. Gallo o yo mismo seguimos manteniendo la llama encendida con más o menos acierto", apostilla este investigador, que cree en la investigación a la hora de escribir novelas históricas, como es su caso, y confiesa, ya desde la juventud, su inclinación por la novela histórica y la poesía, "leyendo mucho, tanto a los clásicos como a los escritores contemporáneos. Más adelante mi pasión por el arte y en particular por la arquitectura, se ha ido imponiendo día a día", aclara este creador, que leyera en una primera etapa vital y con devoción a Charles Dickens, Alan Poe. Y luego a Borges, Lorca y Neruda. Reconoce también la influencia que han tenido en su formación clásicos como Cervantes, Lope de Vega o Shakespeare. "Hoy en día practico una mezcla de estilos y épocas, desde Platón y Aristóteles a Umberto Eco, Paul Auster o T. S. Eliot", precisa el autor de la trilogía novelas históricas dedicadas al Reino de León, a saber, 'El maestro de la luz', 'Pedro de Dios (el geómetra)' o 'Mateo, el arquitecto del rey'.

(Puedes seguir leyendo esta fragua en ileon.com:
http://www.ileon.com/cultura/082909/fernandez-chimeno-gaudi-representa-ante-todo-el-genio-innato)

jueves, 15 de febrero de 2018

A mi querido amigo Fermín López Costero

Querido amigo Fermín: 

Desde aquel día, en que me dijeras que estabas en tu última etapa, no he dejado de pensar en ti, de pensar en lo breve y efímera que resulta la vida, esta vida en la que tanto nos complicamos, a veces por tonterías (en verdad hay muy pocas cosas importantes, una de ellas, la más importante, la salud, nuestra salud, pues sin salud no somos nadie), mirando siempre (o casi siempre) hacia otro lado, entreteniéndonos (en el mejor de los casos) en hacer lo que nos gusta (la escritura y la lectura, como era tu caso). 
https://cuenya.blogspot.com.es/2018/01/es-cuestion-de-tiempo.html
La vida, sí, es algo que pasa mientras estamos haciendo otra cosa, mirando para otro lado, para el pasado (lo que suele procurarnos depresión o bajo estado anímico) o para el futuro, siempre incierto y me atrevería a decir inexistente (lo que nos lleva a la ansiedad, que muchas veces se transforma en estrés y hasta en infarto). 

Vivimos de prestado y cuatro días, a veces mal contados, entrañable amigo Fermín, que te nos has ido, ya para siempre, aunque tu espíritu seguirá en mi corazón, en mi alma, al menos mientras me quedé un soplo de vida. 
Me hubiera gustado haber vuelto a hablar contigo, decirte algunas cosas, incluso verte, pero yo tampoco tuve ya la fuerza para ir a verte al hospital, porque sabía, sé, que me desmoronaría. Y eso a ti no te haría bien. 
Quería y quiero conservar tu imagen apuesta, elegante, tu figura de fino sentido del humor, del buen talante literario. 
Tú eras y seguirás siendo un excelente escritor, un microrrelatista de lujo, al que espero rendir homenaje en las próximas clases de literatura que imparta en el Campus de Ponferrada. Tú mismo ibas a impartir algunas clases. ¿Te acuerdas? Claro que te acuerdas porque cuando me llamaste para decirme que habías empeorado, que no te sentías bien (eso fue en diciembre, yo estaba dando clases en León), se me paralizó el reloj. 
Todo se truncó al verte ya tocado y hasta estocado por la maldita, la puta enfermedad de mierda que es el cáncer, esa lacra que nos está matando a todos poco a poco, que va minando nuestro carácter y sentido de la vida. 
En estos momentos, de profunda tristeza, me resulta complicado poner un punto de humor a la vida, como tú siempre has querido, con tus cuentos, con tus escritos breves y no tan breves, con tus libros, que quedarán para siempre, incluso dedicados por ti. Mil gracias, amigo Fermín. 
Fue un enorme placer el haberte conocido y compartido contigo tantas aventuras literarias, tantos y tan buenos momentos, encuentros... 
Recuerdo, como si fuera hoy mismo, cuando nos conocimos. Yo acababa casi casi de aterrizar en el Bierzo, después de haber estado durante años fuera de España. 
Comenzaba a colaborar con el Diario de León, allá por el año de 1999. Y un buen día me llamaste por teléfono a Noceda, a mi útero. Entonces, yo no andaba con móvil. Era otra época. Te respondió mi madre. Me dijo que me había llamado un tal Fermín. Hasta que descubrí quién eras tú. Y al final nos pusimos en contacto. 
Me contactaste porque te gustaba mucho aquello que escribiera para ese medio. Qué bueno. Me alegra. Y me descubriste el Bierzo literario. Eso siempre te lo agradeceré, porque yo estaba alejado (en el espacio literario) de mi tierra, de nuestra comarca del Bierzo, por la que tanta devoción sentimos. Y descubrí tu forma de escribir, tu estilo, tu arte, tu humor mortuorio también (con esos muertos que se nos aparecen, muy en el estilo del gran Rulfo), el arte de la brevedad, de la síntesis/concisión, de la precisión lingüística, de la economía narrativa (que nuestro maestro Antonio Pereira tan bien ponía en práctica). Y me encantó. 
En realidad, no quiero despedirme de ti, sólo enviarte un entrañable abrazo, un cálido y fraterno cariño a esa otra dimensión, que algún día también conoceré. 
Con la mirada perdida y emocionada, te arropo con mi afecto. Y me quedó con tu espíritu, que siempre llevaré en el mío, en mi corazón. 

miércoles, 14 de febrero de 2018

Hay que seguir cantando, de Carlos Huerta el Solito Trovador

Será un placer acompañar mañana jueves día 15 de febrero a Carlos Huerta, El Solito Trovador, como él mismo se autodefine, en la presentación de su nuevo disco en el Museo de la Radio de Ponferrada a las 19 horas.
Hay que seguir cantando es su segundo disco.
Un disco que ya nos anunciaba en aquella entrevista que le hiciera en ileon.com, en la sección de La fragua literaria leonesa, dedica a autores y autoras de la provincia leonesa. Hay que seguir cantando es su segundo trabajo discográfico. Y cuenta, además, con la colaboración de excelentes poetas y músicos como Aute, Juan Carlos Mestre o Ángel Petisme, entre algún otro. Enhorabuena, Carlos. Me alegro mucho.
Y me alegra que te hayan arropado estos grandes artistas.
Mestre y Petisme son además buenos amigos.
Nunca olvidaré el recital musical poético que dieras tú con Petisme en Bembibre no hace tanto tiempo. Bueno, luego del fallecimiento de mi padre, en 2016.
Lo recuerdo como si fuera hoy mismo porque Ángel Petisme (para ti un modelo a seguir en la vida y en el arte) le dedicó, precisamente a mi padre, su emocionante canción, La vía láctea. Y posteriormente me acompañó en la Casa Leonesa en Madrid para presentar mis Mapas afectivos.
También recuerdo con afecto a tu padre, Fernando, buen tipo y colega en aquella etapa en la Escuela de Cine de Ponferrada. ¿Quién me diría que, transcurridos algunos años, te conociera a ti? A través, cómo no, de otro buen amigo (cuñado tuyo, para más señas) como es el poeta y narrador Abel Aparicio.
Trovador, poeta, músico, Carlos Huerta es un enamorado de la música francesa, Y un devoto del París bohemio y artístico, "Del lado de allá", de esa ciudad de la luz que aparece en Rayuela de Cortázar. Volveremos a releer esta obra, en orden o desorden. No importa.
Como bien sabes, la poesía, tan emparentada con la música, si no tiene ritmo tampoco tiene alma. Y tu música tiene alma. Me gustan esas composiciones tuyas, con ese toque a lo Tiersen, que nos devuelven a aquella Belle Époque parisina, de finales del siglo XIX y principios del XX, en el barrio de Montmartre, con sus artistas, entre ellos Picasso o Lautrec viviendo con pasión la vida/arte en sus calles y sus cabarets como el archifamoso Moulin Rouge.