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miércoles, 18 de mayo de 2016

Los mayos

Los mayos es una fiesta popular de origen ancestral, relacionada con la primavera y la fecundidad. 
Es un rito agrario, un canto a la vida, al renacimiento, al crecimiento de las cosechas, a la fertilidad, en definitiva, a través de un árbol, símbolo por antonomasia de la naturaleza. Un palo o un árbol en cuya copa suele colocarse un monigote, un muñeco, como un espantapájaros enfundado en traje de faena, con la cara y las manos de barro, como ocurre por ejemplo en la población leonesa de Jiménez de Jamuz, conocida por  su tradición alfarera. De ahí que sus mayos tengan cara y brazos de barro. A decir verdad, el próximo viernes acompañaré, a modo de guía, al alumnado de la Universidad de la Experiencia del Campus de Ponferrada por esos y otros pagos de la provincia de León, véase también el Val de San Lorenzo, famoso por su batán museo y su artesanía textil. Inevitable resulta traer a mientes La aventura de los batanes de El Quijote

Los mayos o maios (vistosas representaciones florales) se remontan a la época neolítica, con la aparición de la agricultura, luego con los fenicios y los griegos clásicos, que celebraban la primavera, la llegada del buen clima y el renacer de la vida con estos ritos y ceremoniales, siempre en honor a la diosa de la fertilidad y la salud: Maia, Maya o Fauna, la hija de Fauno. Tradición que continúan los prerromanos, entre ellos los celtas, y por supuesto los romanos hasta llegar a la época cristiana, en la que los mayos se festejan en honor de la Virgen María: "Venid y vamos todos con flores a María". 
Se sabe que este ceremonial, en su origen pagano, se puede encontrar en toda Europa, casi de un modo similar, tanto en Inglaterra (May Day), como en Francia o bien en Italia (los maggi), por poner algunos ejemplos. Y en todos estos países, y aun en otros, colocan un palo grande (a modo de cucaña o cruz de mayo) en medio de una plaza en torno al cual danzan y cantan los mozos y las mozas, la juventud, divino tesoro. 
En realidad, el fin último es el jolgorio, incluso el ligoteo entre hombres y mujeres, que se divierten con espíritu festivo. 
En la provincia de León, es habitual colgar o colocar un muñeco o pelele (el mayo) encima del gran palo. 
En Jiménez de Jamuz el mayo de marras puede estar representado por personajes del propio pueblo o bien por oficios tradicionales, a los que se rinde homenaje, como un alfarero (propio de la tierra), una hilandera, un cacharrero, un panadero, etc. Auténticas obras de arte, que en cierto modo están emparentadas, salvando las distancias, con las fallas valencianas, cuyo fin es asimismo quemarlas para acabar con el invierno y que por fin renazca la naturaleza, la nueva vida. 
En el Bierzo también son conocidos los mayos, sobre todo en la población de Villafranca, con un sentido similar al de otros lugares de España y aun del resto de Europa. 
En esta villa la gente del pueblo se cubre o disfraza con ramas ("cañaveiras") de árboles para salir a pedir comida por las calles. Una especie de carnaval primaveral, que resulta vistoso y divertido. 
El gran pintor Goya da cuenta de un árbol de mayo en uno de sus cuadros. 





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