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miércoles, 30 de enero de 2013

Al descubierto


 Recupero este textín, escrito con la sangre en 2009.

A uno tampoco le gusta esconderse de nada ni de nadie. Suelo ir a pecho descubierto, lo que no siempre es conveniente. Pero uno es así, qué se le va a hacer. 

No se fía uno de gente retorcida, que no dice lo que piensa, ni hace lo que desea. Es probable que yo también sea melancólico, la miopía quizá me de ese toque, sin embargo me siento terrenal, apegado al suelo, mas necesito volar. A lo mejor es que soy alma viajera, que siempre está yendo. "O viniendo. O ambas cosas a la vez". 

El miedo a la libertad, bien lo sabía Fromm, es algo que suele paralizarnos. Y yo aspiro a desprenderme del lastre del miedo, qué pretensiones las de uno, ¿verdad? El miedo es algo que nos deja fuera de juego, el miedo, aún siendo algo adaptativo -pues hay que sobrevivir en un mundo salvaje- resulta letal y nos convierte en seres apagados, esclavizados, muertos en vida, casi siempre.

Vivo en Ponferrada, aunque podría vivir en cualquier sitio del mundo, en realidad he vivido en muchos sitios: Oviedo, Salamanca, Madrid, Almería, León, Dijon, París, México, D.F., y de vez en cuando, en cuanto puedo, voy a Noceda en busca de calor humano, ternura, que por cierto me procuran con creces mis padres, mi familia. Qué maravilla. Un estupendo espacio, el útero de Gistredo, para amorosarse, acurrucarse y sentir el mundo con la mirada y el tacto inocentes de un rapaz que redescubriera la realidad.

No soy ni me siento ningún hijo de la chingada, ni siquiera un almita de la caridad, nada de eso, porque nada de lo humano me es ajeno.

Para mi gente, para mis seres queridos, les mando besitos y abrazos como soles que alumbraran la infinitud, la corporeidad infinita y rosa.

martes, 29 de enero de 2013

La fragua literaria leonesa: Noemí G. Sabugal

http://www.diariodeleon.es/noticias/cultura/la-literatura-es-mas-libre-que-periodismo-_764607.html

Noemí G. Sabugal

«La literatura es más libre que el periodismo»

La periodista y narradora leonesa, autora de la premiada ‘El asesinato de Sócrates’, publicará este mes de febrero su segunda novela, ‘Al acecho’

 

Fascinada por la palabra y la comunicación, Noemí G. Sabugal es una periodista vocacional y una joven narradora leonesa, nacida en Santa Lucía de Gordón, que está teniendo gran proyección en el panorama de la literatura española a resultas de la publicación de El asesinato de Sócrates y en breve Al acecho, que verá la luz el próximo mes de febrero.

“Me gusta la novela negra, y la considero un fantástico escalpelo para diseccionar la sociedad”


            Con su primera novela, El asesinato de Sócrates (Ed. Alianza, 2010), fue finalista del XI Premio de Novela Fernando Quiñones y resultó elegida por el Ministerio de Cultura para representar a España en el XI Festival Europeo de Primera Novela de Budapest. “La elección de El asesinato de Sócrates para el XI Festival Europeo de Budapest significó la traducción de extractos de la novela y varias reseñas en periódicos húngaros sobre la obra. También me dio la oportunidad de conocer a escritores del resto de Europa con los que pasé unos días estupendos y comprobé que compartía muy parecidas expectativas y temores”, señala. “Sin embargo para que una novela traspase fronteras hace falta otra editorial además de la del país de origen. Pero todo llegará, seguro”, añade con realismo optimista.
            Todo llegará, claro que sí, porque Sabugal ha conseguido el Premio de Novela Felipe Trigo en la XXXI edición por su segunda obra, Al acecho (Ed. Algaida, 2013), con la que se siente satisfecha porque “va mucho más allá que la primera, es más compleja y ambiciosa (literariamente) y me ha exigido mucho más”.
            Ambas novelas tienen un nexo común, a saber, el género negro en que podrían incluirse, por sus historias criminales.  Sin embargo, Sabugal aclara que el hecho de que sus dos primeras novelas publicadas se puedan encuadrar en el género es circunstancial. “Me gusta la novela negra, sin duda, y la considero un fantástico escalpelo para diseccionar la sociedad… Más adelante vendrán otras historias”. 

 “Mis personajes femeninos suelen ser más positivos que los masculinos, más afectivos y nobles”

            Con El asesinato de Sócrates nos muestra la vida de una pequeña ciudad desde el punto de vista de su protagonista: un inspector de Policía, que es un personaje caracterizado como un “indigente emocional”, incapaz de quererse y de querer a los demás, un reflejo, en el fondo, de la sociedad en la que vive.
            Para Noemí Sabugal es muy importante la creación de personajes. Confiesa su querencia por los personajes perdidos, complejos y torturados (véase al prota de El asesinato de Sócrates) porque “tienen mucho más que decir sobre el lado negativo del ser humano”, y es que la buena literatura, como dijera un afamado escritor, no se hace con buenos sentimientos, antes al contrario, y los personajes “desequilibrados” siempre acaban dando más juego y sustancia, no sólo en la literatura, sino en la propia vida. “Mis personajes femeninos suelen ser más positivos que los masculinos, más afectivos y nobles… También es muy importante para mí sugerir en lugar de enunciar. En la vida no siempre decimos lo que pensamos o sentimos, son nuestros actos los que al final nos quitan la máscara”.  Por eso tal vez a Sabugal le gusta escribir sobre lo marginal y diferente, el conflicto y la obsesión, además de preguntarse por qué somos como somos.
            Con su segunda novela, Al acecho, que toma el título de El hombre acecha, de Miguel Hernández, nos invita a reflexionar sobre hombres al acecho en el marco de los meses previos a la Guerra Civil, “que pudo no haber ocurrido nunca y de esa forma no tendríamos un país con víctimas bajo las cosechas”.

 “En la vida no siempre decimos lo que pensamos o sentimos, son nuestros actos los que al final nos quitan la máscara”. 

            Como periodista ha trabajado para distintos medios de comunicación, no sólo provinciales, sino de ámbito nacional, siendo reconocida su labor en 2005 con el Premio de Periodismo de Castilla y León Francisco de Cossío por su reportaje, De cruce de caminos a cruce de culturas, sobre la inmigración en el barrio leonés del Crucero. “Para mí este premio fue una sorpresa inesperada y un estímulo, claro. Sobre todo por un reportaje que realmente disfruté y que estaba en la línea del periodismo social que me gusta hacer”, dice la creadora de Demasiado humano. Pinocho,  un relato hipnótico y sensual que indaga acerca de lo que nos hace humanos. Y cuyo escenario fundamental es la embriagadora ciudad de Marrakech.
            Noemí Sabugal es consciente de que “el periodismo está viviendo un cambio de modelo a causa de Internet y esto está provocando una esquizofrenia en los medios tradicionales, sobre todo en los periódicos, que a veces intentan competir absurdamente con la inmediatez de un medio totalmente distinto en vez de defender su propio modelo y basarse en un periodismo bien escrito (más literario, si se quiere), documentado, con artículos y reportajes de fondo”. “De todas formas, el futuro está en la versatilidad –añade-. Internet hace mucho que ha dejado de ser el reino del periodismo fácil y rápido”.
            Ahora la periodista y narradora leonesa -para quien “la literatura es más libre que el periodismo, pero también más solitaria”-, está escribiendo una nueva novela que narra una historia de segundas oportunidades. “Este año publicaré algunos relatos en antologías”, especifica Sabugal, que recuerda con afecto su infancia rural,  llena de lecturas; las montañas calizas, la minería, y los inviernos fríos y nevados de su tierra.

«Política y sociedad somos nosotros»

—¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?
—Me resulta difícil elegir uno solo, pero me gusta más releer poesía que narrativa.
—Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).
—La genética me dice que, en la vida, mis padres. En los libros no hay ningún personaje imprescindible por sí mismo, la literatura es muy amplia, hay muchos países. Un español diría el Quijote; un británico, tal vez Sherlock Holmes. Y las comparaciones son odiosas.
—Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).
—De los libros insoportables no hablo, los cierro. ¿Autores insoportables? De momento ninguno con el que me haya tomado un café.
—Un rasgo que defina tu personalidad.
—Intento ser constante en la constancia.
—¿Qué cualidad prefieres en una persona?
—La bondad, claro. Y, si concreto más, la empatía: la capacidad para ponerse en el pellejo de otra persona y comprender.
—¿Qué opinión te merece la política y la sociedad actual?
—Huy, corta pregunta que sólo se contestaría adecuadamente con una respuesta de más de mil palabras o un libro. En fin, la sociedad somos nosotros y la política también. ¿Qué pensamos de nosotros mismos?
—¿Qué es lo que más te divierte en esta vida?
—Con no tener preocupaciones casi me conformo, pero Woody Allen no está mal.
—¿Por qué escribes?
—Por muchas y variadas razones. Para no ser siempre yo, para ser el malo, para protestar, para sufrir y reírme. No sé, por vicio.
—¿Crees que las redes sociales sirven para ejercitar tu estilo literario?
—No, creo que el estilo se desarrolla ante la página en blanco y se muestra después, si es que existe. Las redes sociales están para otra cosa.
—¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?
—Mis referencias literarias son heterogéneas y ahí estarían Clarín y Bradbury, Rulfo y Hammett, Salinas y Herta Müller, Flaubert y Nabokov, entre otros muchos y muchas. Y crecen cada día.
—¿Escribes o sigues algún blog porque te parezca una herramienta literaria?
—Internet es la moderna biblioteca de Alejandría y en él hay de todo, pero la mejor ‘herramienta’ es leer mucho y escribir mucho.
—Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.
—No me van mucho los lemas, pero me gusta el de ‘Nosce te ipsum’: conócete a ti mismo.

 

 

domingo, 27 de enero de 2013

El valle de Imlil


 Viajando lo toleramos todo, los prejuicios quedan en casa (Elías Canetti, Las voces de Marrakesh)
El Toubkal

Había quedado en contaros mi viaje por el valle de Imlil, y no quiero pasarlo por alto. Conviene cumplir con las promesas, aunque a veces a uno se le vaya el santo (y/o la santa a los cielos), pues resulta difícil, casi imposible ser sublime sin interrupción, como quisiera Baudelaire, incluso sublime. Qué difícil. Y vaya pretensiones, las de uno. 
 En verdad, me gustaría asimismo anotar cada día, como quisiera Sartre -para eso son los diarios de bitácora o blogs- lo que acontece, lo que uno vive y siente, pero resulta tarea harto complicada. Bueno, ahora sí, me dispongo a contaros  mi viaje por el Atlas (término que me devuelve a la infancia y a aquellos mapas mundi que a uno lo estimularon para conocer otras tierras y culturas). Si es que nada es en vano, y todo -o casi-tiene su aquel y su por qué. 

Imlil y el Toubkal al fondo
La primera vez que visité el Atlas, me entusiasmó. De eso hace ya un  montón de años. Incluso la visión del Atlas nevado, desde la terraza del café de France de Marrakech, es magnífica, pero cuando uno se adentra en sus entrañas, aún resulta más fascinante. 

Aldea bereber en el valle de Imlil
Uno de los recorridos o excusiones que merecen la pena desde Marrakech o Marrakesh es el valle del Ourika (Urika) sobre el que ya conté algo, otro valle, que se me antoja también muy hermoso, es el valle de Imlil, con Asni (nombre que tal vez haga referencia a los muchos asnos que su famoso mercado, es broma) como primera parada casi obligatoria, es un decir. 

Aldea bereber mimetizada con el paisaje
En encanto del valle de Imlil reside, cómo no, en su paisaje, pero también en su paisanaje. Y al final la belleza está en la mirada y sentir del viajero, qué fuerte, lo que acabo de decir. ¿Hay una belleza objetiva? ¿O todo depende de los ojos y el alma con que se mire y se sientan las cosas, las gentes? Al final, uno habla de la feria, según le va en ella, si nos fiamos de refranes populares. Y lo que para uno resulta atractivo y hasta conmovedor, para otro (y otra) no tiene ningún interés. En realidad, no necesitaría hacer este tipo de reflexiones, pero me apetece, una vez más, entender o intentar entender el mundo en que vivo, entenderme a mí mismo como ser humano/animal.

Imlil
Si uno conoce algo Marruecos, y ha viajado en alguna ocasión a la ciudad de roja de la Kutubía (léanse las deliciosas voces del búlgaro Elías Canetti en Marrakech), resulta fácil, y por supuesto muy interesante, acercarse al valle de Imlil (aunque para mí, lo confieso, ésta haya sido mi primera visita a este valle a los pies del Toubkal, el pico más alto del Norte de África y uno de los más elevados del continente africano). 

 Mercado de Asni
Si viajas con otras personas, lo mejor es contratar un taxi colectivo.  Y si además te topas con un taxista amable, como fue el caso (qué grande, Mohamed), entonces la jugada viajera es perfecta, porque eso te permitirá viajar de un modo cómodo, y podrás parar donde quieras, para tomar fotos, hablar con el paisanaje, adentrarte en definitiva en el meollo del cogollo. Lo mismo, imagino, si te llevas o contratas in situ tu propio carro (bueno, no del todo, porque estarás sometido, más intensamente, al control policial). Pues eso, una vez que tengas a tu disposición el taxi, por lo general un Mercedes de otro tiempo, ya podrás comenzar a disfrutar del viaje por el valle de Imlil. A lo largo de la ruta te encontrarás, naturalmente, con vendedores de baratijas y artesanías, que intentarán que compres bueno, bonito y barato, aunque el punto de partida sea un precio tres o cuatro veces mayor (incluso más) que el que tú les pagarás finalmente. Bueno, ahí entra en juego tu habilidad para el regateo. Cuenta Canetti que el primer precio que se ofrece constituye un acertijo inextricable. "Nadie lo conoce de antemano, ni siquiera le tendero pues existen en cualquier caso numerosos precios... hay precios para pobres y precios para ricos", aclara el autor de Las voces de Marrakesh.
En Marruecos (como en casi todo el universo) es fundamental saber negociar si no quieres que te lleven al huerto o al catre.

Casa de Imlil y el Toubkal al fondo
A lo largo del camino, te encontrarás, además, con aldeas mimetizadas con el paisaje terroso, y un río (oued) que te conducirá hasta los pies del mismo Toubkal (4.167 metros). No hay más que seguir el curso del río. Incluso puedes toparte, a orillas de la carretera, con algún rapaz con su borrico que está esperando por el butano. 

Ceremonia del té en Imlil
Imlil es una aldea de alta montaña, situada a unos 1800 metros de altitud, a la que suelen ir escaladores y montañeros dispuestos a coronar este legendario pico, en cuya cordillera hay al menos otros tres picos que superan los 4000 metros de altitud. Lo mejor, tanto si uno quiere visitar el pueblo y sus alrededores, como si deseas treparte por el Toubkal (nombre por lo demás del mejor restaurante, realación calidad/precio de Marrakech) es hacer parada y fonda en el Auberge Dar Adouz, o quizá en algún otro sitio, a vuestra elección. Lahcen, el regente de este albergue, te ofrecerá camas y comida (excelentes tajines) a precios asequibles. Y te hará de guía de montaña, si ese es tu deseo. Conviene negociar, una vez más, no te vayas a levar alguna sorpresa de última hora. Al tipo se le ve listo como el hambre -habituado como está a tratar con guiris europeos (y europeas), y te habla español/castellano con gran soltura. Desde Imlil, en días despejados, se tinen vistas magníficas sobre el Toubkal. Merece la pena acercarse a esta aldea perdida en el mundo. Y dejarse fluir como un derviche. La felicidad al alcance de la mano. 

miércoles, 23 de enero de 2013

¡Bienvenido, Mister Marshall!

Hoy viernes 25, en la casa de las culturas de Bembibre, analizaremos y comentaremos esta legendaria película.

El punto de partida para realizar ¡Bienvenido, Mister Marshall! es, en primer lugar, el modelo de drama rural del Indio Fernández, por el que Berlanga sentía devoción. 
Posteriormente, llegaría la influencia definitiva de La kermesse heroica, de Feyder, en la que el pueblo flamenco soportaba una invasión española a base de halagar a sus invasores. 

"Las emperifolladas damas de Feyder -dijo Berlanga-, que se presentan amistosas a los extranjeros, son las inspiradoras de la mascarada andaluza organizada por el alcalde de nuestro pueblo castellano". 

Bienvenido, Mister Marshall, calificada de Interés Nacional y premiada en el Festival Internacional de Cannes, es un clásico, una de las obras maestras de la cinematografía española. Sin embargo, en Cannes no todo fueron glorias, porque también hubo algunos problemas, debidos a que una delegación americana protestó por una secuencia en la que se ve una bandera americana arrastrada por un riachuelo. Escena que tuvo que cortarse, aunque en la actualidad puede verse íntegra.

Su director, Berlanga, con Muñoz Suay como ayudante de dirección, en estrecha colaboración en el guión con otros dos pesos pesados del cine y el teatro como Juan Antonio Bardem y Miguel Mihura, logró realizar una película genial, siempre con un fino y elegante sentido del humor. Es su primera peli en solitario como director, uno de los más grandes de nuestra cinematografía. 

Se trata de una sátira demoledora de la sociedad española (ejemplificada en las fuerzas vivas: el alcalde -bonachón y sordo perdido-, el cura -chismoso-, la maestra -soltera-, etc., y el pueblo llano), así como del aislacionismo del régimen franquista.
Lo cierto es que Berlanga logró colarle un gol, o varios a la vez, a la censura del momento. ¿En qué estarían pensando los censores para no darse cuenta de que estaba mostrando una España anclada en la pobreza, a expensas de unos americanos que, por lo demás, no tenían ningún interés real en nuestro país?

Se estrenó en el cine Callao de Madrid en 1953. Y se reestrenó en 2002, con gran éxito, en la localidad madrileña de Guadalix de la Sierra, donde se filmó una parte de esta peli. El resto se rodó en los Estudios CEA (Ciudad Lineal, Madrid). Como anécdota cabe señalar que Guadalix ha sido asimismo escenario del televisivo Gran Hermano. 

El título de la película hace referencia al famoso plan Marshall, proyecto económico con el que los estadounidenses pretendían ayudar a reconstruir la vieja Europa (excluida por supuesto la entonces Unión Soviética, y España, que también quedó al margen), tras la devastadora Segunda Guerra Mundial.  

Bienvenido Mister Marshall nos cuenta la  historia de Villar de Río, un pueblo castellano aislado, sumido en la pobreza y la incultura, en el que la vida transcurre de un modo monótono y aburrido, aunque sus habitantes parecen felices y tranquilos. Hasta que un buen día se ilusionan con la llegada de los americanos ("Americanos, os recibimos con alegría"), pero estos pasan de largo, con sus coches oficiales, sin detenerse. Un final ciertamente grotesco y amargo. Este sería a grandes rasgos el argumento fílmico.  

El primer punto de giro, que rompe con el aburrimiento de Villar del Río, es la llegada de la  folclórica Carmen Vargas (interpretada por Lolita Sevilla, que fue impuesta por la productora Uninci) y su representante (el pícaro y charlatán Manolo Morán). Y el segundo, cuando el alcalde (el inolvidable Pepe Isbert) recibe el notición de la visita de los americanos con su Plan Marshall. 
En el fondo, la película no es sólo una crítica mordaz sobre la situación social y económica de la España del momento sino contra Estados Unidos (por ejemplo, la ya mencionada escena en la que una bandera americana flota en un reguero). 

Esta comedia satírica, bajo la apariencia de una comedia costumbrista, arremete contra la falsedad, lo postizo (que Villar del Río pase por una aldea andaluza), el mito del flamenco y el folclore, el atraso económico y cultural del país (véase el viejo mapa de Europa en la escuela), la violencia de los pistoleros del Oeste, etc.


En el guión, sobre todo en los diálogos, se nota no sólo la mano berlanguiana, sino de Mihura, pues hay diálogos muy ingeniosos, a veces con toques de humor absurdo.   

Respecto al recurso de la voz en off del narrador (en este caso debida al actor Fernando Rey) resulta algo artificioso, pero contribuye a darle a la peli el tono de un cuento cercano y amable. 

La fotografía en blanco y negro, de Berenguer (con quien Berlanga tuvo algunos problemas), es realista, con ciertos toques hiperrealistas y/o surrealistas. Abundan los planos largos y planos secuencia que permiten a los actores desenvolverse con naturalidad, dando en ocasiones sensación de cierto caos, como ocurre a menudo en las pelis de Berlanga.   

Sobresalen las escenas oníricas, en la que los habitantes de Villar del Río sueñan con lo que van a pedir a los americanos: el cura identificando a los yanquis con el demonio, otros, en cambio, con películas del Oeste, etc., incluso se quería incluir un sueño erótico de la maestra (interpretada por Elvira Quintillá, la prota de Esa pareja feliz), que finalmente no llegaría a rodarse, por razones obvias.

La música resulta pegadiza. Y la canción coral de bienvenida a los americanos, con letra de Mihura, forma ya parte de nuestro subconsciente colectivo. ¿Quién no es capaz a tararearla?

Una película imprescindible, que nos ayuda a entender quienes éramos y quienes somos. 
 







 










La fragua literaria leonesa: Luis Miguel Rabanal




Trato de que mi poesía no se sirva fría”

El poeta omañés Luis Miguel Rabanal, autor de libros como Cáncer de invierno o Elogio del proxeneta, se encuentra a punto de concluir las últimas estrofas de lo que será en breve el psicodrama musical presentado en cama elástica Don Mariano me irrita lo indecible.



         Alguien llegó a decir que Luis Miguel Rabanal es la “conciencia de La Omaña” -esa tierra evocada con morriña por el poeta-, que decidiera rendirle homenaje, dedicándole una calle en su pueblo natal Riello (o sea Olleir, vuelto del revés), “que viene a ser algo así como derramar una nostálgica lágrima por la revolución que no pudo ser –según el escritor Luis Artigue-, o encenderle una simbólica vela a la inteligencia y otra al ingenio”.


No conozco mejor pueblo que Riello para haber nacido”
 

         Con buenas dosis de humor y sensibilidad encara la vida (y la poesía) Rabanal, un poeta nacido en la bella y acaso desconocida Omaña leonesa, aunque por circunstancias vive, desde hace años, en “el Principado de Mónaco, perdón, en el de Asturias”, aclara él con socarronería. “No conozco mejor pueblo que Riello para haber nacido, así como ninguna otra ciudad mejor para añorar Olleir que Avilés”. Y es que Luis Miguel Rabanal es un cachondo que escribe con voz profunda sobre su paisaje, que ya es territorio literario,  y  sobre el imposible regreso a su tierra natal, que se ha ido perfilando, con el paso del tiempo, en uno de los temas más habituales o recurrentes en su obra.  En cambio, “cuando vivía y escribía en León, y posteriormente en Riello, mis temas literarios eran de lo más variopintos, poesía amorosa, seudovanguardia y lindezas similares”, apostilla él con ingenio, que no acaba de tomarse en serio que la poesía es su forma de estar en el mundo, su modo de vida. “Hoy por hoy ya no lo tengo muy claro. O sí, depende si el día lleva o no lleva "r" –explica con ironía- Mi único modo de vida es estar pegado a una silla de ruedas. Poesía pura, sí señor”.
 “La colección de La sonrisa vertical me ayudó a leer poesía erótica”

         Como es lógico -suponiendo que la lógica exista en la vida-, Rabanal prefiere no hablar de su accidente, que lo dejó tetrapléjico, “no por nada en especial –se mofa-, sino por lo chabacano que fue el pobrecito”, lo que sin duda ha marcado un antes y un después en su vida. “Antes, entre otras muchas cosas, podía escribir. Después, no. Ni escribir, ni nada. Eso sí, me las apaño con un programa informático de voz que hace conmigo lo que le da la gana”.

         En cualquier caso, su decir poético resulta casi siempre revelador a la vez que emocionante -léase por ejemplo Un poema de amor, colgado en su web: http://www.terra.es/personal/lumira/- para los lectores (y lectoras) que se acerquen a su obra. “Trato por todos los medios de que mi poesía no se sirva fría. Quisiera creer que no le deja indiferente el trago. Mejor el asco que la indiferencia, que decía Horacio E. Cluck”, concluye Rabanal, quien confiesa haber disfrutado mucho leyendo literatura erótica, sobre todo a los anónimos ingleses y franceses de los siglos  XIX y XX, “la colección de La sonrisa vertical ayudó a ello”, y también con el descubrimiento del colosal Henry Miller en los 70. “Después muy poca cosa”, añade el autor del erótico Libro de citas.

        “En un principio pensé autoproclamarme poeta ecuménico de noche, incluso quise ser poeta deambulante”.

 Cuando uno se acerca a su auto-biografía, descubre con sorpresa que Rabanal se autodefine como poeta rojo, esto es bárbaro, tal vez porque “cursó estudios de Liturgia y Onanismo en diversos centros especializados a los que, por desgracia, no pudo prender fuego en su momento”. Así es y se nos muestra, a veces indignado, y casi siempre cercano, juguetón y humorístico, capaz de hacer lírica, como los grandes, del dolor. “En un principio pensé autoproclamarme poeta cuatrimestral o ecuménico de noche, incluso quise ser poeta deambulante, pero preferí el de rojo por el acentuado colorido de la bandera de mi salón...”

         Salta a la vista que a Rabanal le entusiasma jugar con las palabras, que en su poesía se tornan pensamiento de alto voltaje. Estamos, pues, ante un “poeta a tiempo completo y con contrato de por eternidad”, avalado por algunos prestigiosos premios y más de una docena de libros, entre los que cabe destacar Cáncer de invierno, Casicuentos para acariciar a un niño que bosteza y Elogio del proxeneta. Al menos, estas son sus obras preferidas.

        “En Cáncer de invierno inicié una exploración, digamos, premonitoria que después se fue reiterando en otros textos”
  “En Cáncer de invierno inicié una exploración, digamos, premonitoria que después se fue reiterando en otros textos de aquel tiempo y otros más actuales. En Casicuentos para acariciar a un niño que bosteza intentaba contarle a Luis Miguel Jr. -se refiere a su hijo- cosas que no le importaron lo más mínimo, como no podía ser de otra manera. Y en cuanto a Elogio del proxeneta, la vida en rosa”, señala el poeta omañés, que sigue deleitándonos con sus poemas y divertimentos “metódicos”, esto es, su narrativa.

         “Podría decir que entre oxígeno y oxígeno me encuentro en un tris de dar por concluidas las últimas estrofas de lo que será en breve el psicodrama musical presentado en cama elástica Don Mariano me irrita lo indecible".



“Puede que escriba para darme pellizcos”


- ¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?



         -He tenido que dejar de leer muchos libros desde 1997 y ya apenas si sufro por ello. Pero sí recuerdo especialmente la Poesía completa de Luis Cernuda, en Barral, que fue quedando arrinconada y…



- Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida)



         -Se llama María Jesús, me parece.



- Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable)



         -Quiero pensar que no hay autores ni libros totalmente insoportables. Siempre se podrá salvar algún verso, alguna paginita loca, por poco que se escarbe.



- Un rasgo que defina tu personalidad



         -¿Perfeccionista?



- ¿Qué cualidad prefieres en una persona?



         -Que no hable a voces cuando esté a mi lado.



- ¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?



         -Ciertas políticas, comezón continuada, tedio. Demasiado acomodaticia, desgraciadamente, la segunda.



- ¿Qué es lo que más te divierte en esta vida?



         -De mi vida no me divierte nada en absoluto. Será que mañana es mucho menos atractivo que ayer, que apuntaba Josepín Brodsky.



- ¿Por qué escribes?



         -Puede que escriba para darme pellizcos (en el corazón) y, a pesar de que mi sensibilidad deja mucho que desear, comprobar que aún sigo estando vivo.



- ¿Crees que las redes sociales, facebook o twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?



         -Ni por asomo. Servirán para otras muchas cosas, no digo que no, pero para ejercitar con ellas estilos, facebook, que es lo que conozco, lo dudo.



- ¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?



         -Clásicos como Tirso de Molina y Manolo Caracol, naturalmente.



- ¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?



         -Intento seguir unos cuantos blogs de amigos y publico textos ajenos y propios en mi blogín, Más palabras para olvidar (http://luismiguelrabanal.wordpress.com/ ). No sé si es una herramienta literaria o una pérdida de tiempo más que lamentable, pero ahí sigue.



- Una frase que resuma tu modo de entender el mundo



         -Son dos y muy cortitas: Cagüendiosla y Viva la República. Cualquiera de las dos me sirve.