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jueves, 29 de diciembre de 2011

Para ti, Sara

Sara R. Gallardo en la presentación de su libro Epidermia en el salón de té Kokoro

Te desnudas, Sara, con tus palabras, con tu poesía, esa palabra muda que sangra, esa herida sajada que se cose con el verbo, y que es fruto del dolor, amasada con libros y tormentas. Te descubres mientras escribes con tus manos tuyas, con tus manos suyas, tu historia, tu infancia-laberinto, tu adolescencia, tu-ahora descreído, impregnado de escepticismo: Los humanos somos como los insectos, igual de gregarios, de inseguros, de estúpidos… follan porque saben que se les acaba la vida. Escribes para buscar el silencio, tu propio silencio. Miras el mundo con los ojos que ella te dio. El mundo no se acaba, y tus miradas son mundo, incluso lo reinventan. Y fumas, y piensas y sientes, con tu deseo, tanto deseo en medio de toda esta tristeza de sal. Y así descubres o re-descubres el mundo, tu mundo interior, el universo cibernáutico en que vivimos. Te abres al tiempo presente, acaso para arrojarte de súbito al mundo intangible, a las palabras, que re-cobran vida, que brotan de tus entrañas, porque tú, Sara, eres víscera que palpita, que bombea sangre. Despiertas, acaso bajo la lluvia, con el despertador sonando a blues y a apatía y a café. Pero te vas dejando amanecer. Rompes con la sintaxis. Eres soy como el alma animal. Amas la belleza que ignoro en mí. Dejas que fluya el espíritu de la sangre, te dejas fluir en un monólogo interior, entender y gozar. entender y gozar, que nos devuelve a alguna realidad o subconsciencia,  tal vez a un relato de vampiros o fantasmas luna-sombra. En todo caso, tú, Sara R. Gallardo, has logrado, con tu Epidermia, con tus palabras de aceite, de cera de luna y de materias orgánicas o inorgánicas, sacudirnos el alma-cuerpo, abrasarnos la piel. 

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