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jueves, 6 de octubre de 2011

Entrevista a los artistas GavilanesLeón


Laetitia Gavilanes y Miguel Ángel León forman, desde el año de 2005, una pareja religada por los afectos y por el arte, una fusión perfecta, cuyas obras artísticas, de carácter vanguardista, les están ayudando a entender el mundo en el que viven.

Laetitia es leonesa. Nació una noche de tormenta bajo el signo de Leo y también de Piscis, algo que ha marcado su quehacer artístico, plástico. Es retratista y una enamorada, desde bien pequeña, de la iluminación pictórica (herencia paterna). Escribe cuando el eclipse plástico le deja espacio y tiempo.

Miguel Ángel, aunque nacido en Madrid, tiene raíces en el Bierzo Alto, en concreto en la localidad de San Facundo, donde veraneó desde temprana edad al arrullo balsámico de las palabras y silencios de sus abuelos, todos tan profundamente significantes.... Creció enamorado de los olores de esta tierra: de las vacas de Felipa, de los castaños, de las ranas, de las moreras, “del” miel oscuro, de las hierbas del monte, de los ruidos indescifrables, de la coruja… Las musas lo están llevando por los caminos de las músicas, las pinturas, esculturas y literaturas. Se confiesa un perdido del arte. Acaba de estrenar blog: BabelTerminus.

Laetitia Gavilanes y Miguel Ángel León, aunque en la actualidad residen en la Capital del Reino, siguen llevando el pulso lírico del Bierzo en su corazón. Nómadas en busca de emociones y creación, GavilanesLeón se nos revelan cual filósofos en un universo complejo, que requiere en verdad de finos análisis. He aquí este.


P-¿Qué entendéis por arte?

R.-El arte es un modo de filtrar la realidad. Interiorizamos el entorno para devolverle una imagen refleja a la que hemos añadido la carga subjetiva precisa para erotizarlo. El arte es un nexo, un interfaz vital de traducción o de generación de códigos lingüísticos que trabajamos para clarificar.

Es, asimismo, un modo de vida regido por un imperativo interno que antepone su presencia aún a la propia seguridad o estabilidad material, emocional y mental del artista. No creemos, por ello, en los artistas de domingo. El esfuerzo que requiere mantener este filtro activo permea todo tiempo y todo espacio concebible por la mente creativa. Ello abarca el sueño, el alimento, el ocio, el sexo... todo está integrado en una voluntad de sometimiento a algo supra-personal. Consideramos arte, por tanto, a todo lo que deriva de los rigores aquí descritos.

P-¿Qué cosas consideráis arte?

R-Las cosas dejan de ser cosas al cargarse de cualidades, de proceso. No importa la amplitud del concepto cosas, ni el ámbito del que toman su sustancia. Consideramos objeto artístico a aquello que manifiesta transfiguración, enriquecimiento, subrayado, y lo hace a través de procedimientos leales.

P- ¿Qué tipo de arte, obras artísticas hacéis? ¿Y cuáles son vuestros maestros y modelos de inspiración/transpiración?

R- Empezando por la segunda pregunta, hasta ahora, nuestra única influencia ha venido del campo filosófico. Baudrillard, con su libro "La transparencia del mal" sentó las bases de nuestra preocupación por la banalidad. Banalidad en la expresión, en el poder de observación, de relación con los objetos y todo lo que nos circunda.

Vivimos en el mundo feliz de las prótesis, que disminuyen nuestras capacidades y nos convierten en servidores de funciones muy precisas. La noción de interfaz, como traductor de nuestra presencia y la calidad de ésta, ha pasado por encima del I Shin den Shin del Zen.

Nuestras esculturas, hechas con el material de embalaje de los objetos reales, son dramatizaciones de todo aquello que provoca anhelo de posesión. Son construcciones semánticas que hablan del poder de estos nuevos idolillos que se nos han hecho imprescindibles y, es más, almacenamos porque nos aseguran la buena marcha del imperio. "Si tengo un bolso de L.V., entonces todo irá bien".
La inspiración nos rodea constantemente. Comportamientos, estímulos, consumo, las calles de moda... incluso nuestros propios demonios consumistas tomando forma por obra y gracia de algún diseñador o campaña de éxito. Creemos que con esto último contestamos a la primera pregunta.

P-¿Podríais contar cómo fue vuestra experiencia en el Bierzo, en una aldea casi perdida, de cuyo nombre no me acuerdo...? ¿Por qué este retiro... espiritual, y luego vuelta a Madrid, la capital del arte...?

R-Las Tierras Bercianas son como aquel viajero inglés las había descrito: maternales, protectoras, benéficas. Nuestra estancia en ellas fue precedida por un itinerar nómada con paso por París, Madrid, Segovia, León y Santiago de Compostela. Desde que nos conocimos en 2005 y empezamos a trabajar juntos, el esfuerzo de mantenernos en vanguardia ha supuesto un trajín incesante, una alternancia de proyectos y propuestas equivalentes en intensidad al de la ciudad circundante. Estos proyectos suelen ser adaptaciones al medio, impuestas bajo presión, a veces por uno mismo; enfocados en principio, y no sin cierta ansiedad, a una supervivencia inmediata.

La decisión de retirarnos al Bierzo parte de la insurrección ante ese requisito de adaptación y la voluntad de hallar o recuperar la voz propia, la íntima línea conductora de nuestra obra.

Entre San Facundo y San Andrés de las Puentes desarrollamos nuestra visión ética, estética y poética. Allí creamos el núcleo de GavilanesLeon, desechando el ruido, la radio, la televisión, la prensa, el ocio programado, el consumo compulsivo, en una necesaria negación de toda estimulación socializadora que ahora, gracias a aquella ascesis, vemos agigantada en Madrid.

A lo largo de aquella estancia nunca dejamos de interaccionar, como artistas, con el entorno. Y ello,  también sea dicho, nos causó inevitables frustraciones al ver nuestra capacidad representativa reducida a algunos carboncillos, y a acuarelas en el mejor de los casos.

Así llegamos al momento paradójico en el que, tras haber depurado la obra más personal a través del filtro del silencio (silencio mental, entiéndase, es decir, sin la presencia de agentes coactivos: comisarios, galeristas, convocatorias, concursos...), el propio silencio se tornó jaula sin horizonte. Y éstas obras nacidas en la paz y aislamiento de una periferia, comenzaron a reclamar un centro, promesa de expansión.

En nuestro Bierzo hubo frío, hubo hambre... algunos de los tópicos de la bohemia se cebaron en nuestras carnes y en nuestro ánimo. Algunos amigos nos ayudaron. Hubo también paz y olores de monte que añoramos. Noches silenciosas. Ulular de las curuxas. Humedades transitadas con espíritu inquieto...
Y ahora es Madrid y septiembre y lucha.
El Bierzo es siempre el pulso lírico que llevamos dentro.

P-¿Por qué la elección de Madrid como destino artístico, aunque no sea definitivo? Habida cuenta de que vosotros, así lo entiendo, sois nómadas, espíritus aventureros.

R- Tres razones nos han enfocado en Madrid.
 
La primera y más inmediata es un compromiso adquirido con anterioridad consistente en el intercambio de alojamiento por obra artística dentro de nuestro proyecto En Trueque.
 

La segunda fue la reveladora lectura, que se produjo aún en el Bierzo, del primer número de la revista El Estado Mental, que nos entregó personalmente Borja Casani, su director, en una anterior visita de sondeo. Esta revista es un inestimable caleidoscopio que ahonda en las razones del descalabro sistemático de nuestra sociedad. Por simpatía con esta visión crítica, hemos querido estar aquí, disponibles, por lo que pueda pasar... se aspira aquí un aire diferente, de cambios urgentes y decisiones vitales, de riesgo y oportunidades.

La tercera razón es que la galería de arte que actualmente nos representa está situada en Segovia, a escasos kilómetros de la Villa y Corte.
Por tanto, tenemos razones físicas, mentales y anímicas para mantenernos en esta posición. Preferimos, por ahora, no preguntarnos a dónde nos va a llevar.
En lo que afecta a nuestro nomadismo, migramos en función de la actividad de nuestro destino. Cuando es escasa, el sitio nos produce rechazo y, a la vez, nos rechaza a nosotros. Cuando hay mucho quehacer nos magnetiza.
Aquí, el avance de los acontecimientos es suficientemente intenso como para contar con toda nuestra atención.
P-¿En qué proyectos artísticos estáis embarcados en este momento? 

R-Trabajamos en series sujetas a hilos conceptuales estratégicos, cuyas claves de acción funcionan como argumentos teatrales. En ellos intervienen dos, tres, cuatro o más personajes en choques dialécticos celebrados entre sus elementos constituyentes. 

Todas nuestras series permanecen abiertas. Digamos que son contenedores que van madurando horizontalmente con la incorporación de nuevas piezas. Cada una de ellas, independientemente de su calidad de novedad, de sorpresa o hallazgo, se integra en la serie y la enriquece. 

En este fluir ininterrumpido, tanto las obras se incorporan a las series como las series reclaman nuevas obras. Este proceso de crecimiento, vertebrado, orgánico, se lleva bastante de nuestro tiempo.

Aún así, lo que ahora nos ocupa principalmente es la realización de varias ediciones de autor de esculturas, lo que supone investigar en formatos que van desde una razonable miniaturización para facilitar su transportabilidad, a la mímesis con lo que se considera obra gráfica, adquiriendo la obra  el aspecto de un bajorrelieve cercano a las dos dimensiones. Confiamos en llegar a formatos insólitos como carpetas y esculturas desplegables. 
En estas ediciones estamos integrando cartón, madera, alambre, papel y objetos confeccionados en origami. 

Nuestra mayor ambición está puesta ahora en una seria de esculturas con la máquina fotográfica como leit motiv en las que incorporaremos 
efectos de luz.       

P-Otra pregunta: ¿Qué tipo de obras artísticas os gustaría realizar en un futuro próximo?


R-Tenemos muchos proyectos, pero hay uno que invariablemente sobrevive y mantiene sus posibilidades de ejecución.
 
La Habitación del monstruo
 es una meditación sobre la acumulación de objetos para la violencia, algo tan indetectable en nuestros días.

Es posible adquirir un considerable arsenal año tras año, de forma inadvertida. La colección se inicia camuflada en objetos de consumo que portan un lenguaje subliminal violento bajo un aspecto inofensivo, promovido por industrias, entre ellas la del entretenimiento: videojuegos, colecciones de soldados, pistolas falsas, armas blancas de coleccionista...

Desde esto hasta la adquisición de armas reales a través de la red u otros medios tan sólo hay tiempo y el paso por una ideología, una secta o una marginación enfocada.

Nuestro proyecto quiere reproducir esa acumulación de objetos y la psicología a la que contribuyen en un caso extremo.

El entorno de representación será la habitación del sótano, la guarida del adolescente abandonado a su deformación.

El proyecto requiere un espacio amueblado y una conveniente cobertura mediática e institucional o galerística, dado el alto nivel de compromiso temporal y psicológico que nos demanda.

Materialmente, implica la adquisición de un mobiliario completo, para configurar dicha habitación, preferiblemente en mercadillos para dar una sensación de abandono, de desidia cultural.
El aspecto plástico recae en la incorporación de nuestros objetos neutralizados, blancos, devenidos símbolo, repartidos visible o secretamente por los muebles de dicha habitación.
 

Por supuesto, para los visitantes, la exposición será totalmente interactiva: se podrá curiosear, abrir cajones, extraer camas nidos provistas de arsenales, etc.
En definitiva, La habitación del monstruo que la sociedad ha creado y relegado a un plano de oscuridad, de latencia, hasta que, por desgracia, se hace la luz, o más bien fuego.


P-¿Qué le diríais al público en general sobre vuestro arte (obra artística) para que sientan el gusto o deseo por adquirirla, o bien comprarla?

R- Quizá sea importante establecer aquí un matiz, dada la dualidad de tu pregunta. Comprar significaría intercambiar una mercancía por dinero. De adquirir, en cambio, resulta el incorporar algo, tomar del entorno para uno mismo. Y, sí, nuestras obras,  como meditaciones abiertas, sólo pueden ser incorporaciones, juegos que dan juego. Y adquirirlas significa, por tanto, un enriquecimiento de orden superior al que confiere un intercambio de bienes por divisas. Son como ejes sobre los que gira el pensamiento,  planteamientos filosóficos acerca de aspectos concretos de la realidad que, gracias a tal adquisición, reaparecen cada vez que se repara en su presencia. Adquirir, por tanto, implica un esfuerzo que se ve recompensado con una sonrisa intelectual a la que se puede recurrir a antojo.
Animamos a experimentar la extrañeza. Convivir con nuestros objetos es reconocer la extrañeza ante esta vida misteriosa. Como una esfinge, cada obra vive de su pregunta y encierra su respuesta y no dejará que pasemos delante de ella sin repetírnoslas.

P-Para finalizar esta entrevista, ¿pensáis que el arte, vuestro arte, aporta un sentido a la vida, en este caso a la vuestra?

R- Más que sentido, nos aporta vitalidad. 
Cuando creamos sentimos que calmamos a la muerte, que ella nos concede un aplazamiento. 
Cada nueva obra que abordamos es el motivo de que sigamos vivos.

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