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miércoles, 29 de septiembre de 2010

El Muro de Berlín (Berliner Mauer)





                                        Señalización del Muro

Prosigo mi itinerario por esta ciudad, en tiempos conocida por el Muro del Horror, y hoy felizmente desaparecido, aunque aún se conservan vestigios del mismo en diversas partes, a buen seguro como fiel testimonio de lo que aconteció, para que la historia, como tal, no se vuelva a repetir.

Edificio que alberga la TVE
Al lado de mi oficina -me dice Miguel Ángel García, el Corresponsal de Televisión Española- aún se conservan restos del Muro, algo que desconoce mucha gente. Por cierto, desde su oficina o plató de televisión, se tienen vistas magníficas sobre el río Spree, con el Reichstag al fondo, como estampa noticiable, y la estación principal de trenes, la Hauptbahnhof.

                                            Reichstag
Hauptbahnhof
Un sitio privilegiado, con una terraza-mirador desde la que se puede contemplar esta ciudad, con la Torre de Alexanderplatz, siempre como punto de referencia.

Lo que aún queda en pie del Muro también se puede ver en las cercanías de la futurista Potsdamer Platz, donde hay -al menos en estos momentos- una exposición sobre Dalí (http://www.daliberlin.de/) y aun en otros lugares como la graffiteada East Side Gallery, próxima a la estación de Ostbahnhof. Cuando pienso en un muro, me entran ganas de volar, de volar muy alto, como cuando era un niño, y en mis sueños se repetía a menudo este sueño. El Muro del Horror o la Topographie des Terrors (Topografía del Terror: http://www.topographie.de/, como aparece escrito a la entrada de un largo pedazo de la Niederkirchnerstrasse, próxima a la Potsdamer Platz, donde se asentaron en su día la Gestapo y las SS, lo que no es un impedimento para que un hombre, charlatán y picaruelo, con pinta latina, se dedique a vender souvenirs al turisteo andante, sin ningún tipo de reparo (y no digo remordimiento, para qué, si eso ya pasó). No somos en verdad conscientes de nuestra historia más inmediata, o no queremos serlo, porque aparte de dolor, eso ya no va con nosotros (salvo que lo hayamos vivido de primera mano). Ojos que no ven -dice el refrán- corazón que no siente. ¿Quién podría conmoverse ante un trozo de muro, que ya sólo es reliquia de un pasado ya casi olvidado? Vaya ironía, no. Y hasta me atrevería a decir que el señor de marras aprovecha, en cuanto puede, para empaquetar un anaco de muro a quien tenga a bien comprárselo.

Vestigios del Muro al lado de TVE
Todo lo que huele a muro me hace recordar nuestro pasado de guerra y posguerra inciviles, nuestro tiempo de represión y barbarie, porque, como diría el filósofo Adorno, luego de lo que pasó en el campo de Auschwitz, es cosa barbárica escribir un poema; y de paso me devuelve a aquel disco tan hermoso y psicodélico, The Wall, de los Pink Floyd, que su líder Roger Waters tocó en un macro concierto "The Wall Live in Berlin”, en julio de 1990, con la participación de varios músicos como Van Morrison, Cyndi Lauper, entre otros, para celebrar la caída del Muro.  Por fortuna, la caída de este insoportable y pesado muro, me devuelve, por momentos, la confianza en el ser humano, aunque no del todo, para qué engañarnos, si esto ocurrió, como quien dice, ayer.

En mi decidido recorrido, en busca de las huellas del pasado berlinés, me dejo caer por la espectacular Friedrichstrasse y asomo el hocico al Museo del Muro del Checkpoint Charlie, donde también se encuentran trozos de muro, algunos graffiteados con especial gusto. 

                                          Monumento del Holocausto
"No dejes de visitar el Monumento del holocausto", me sugiere Miguel Ángel. Un campo de cubos de hormigón, cual si fuera una especie de laberinto, cuyo interés fundamental reside en que se hizo en recuerdo a los judíos, víctimas del exterminio. Cuando uno piensa, una vez más, en la masacre judía, me entran ganas de vomitar encima del poder, sea cual sea, y adopte la forma que crea conveniente. El poder ejercido, contra quien se tercie, me eriza todos los huesitos del alma. Como anécdota, me apetece rememorar que una buena parte de grandes cineastas son de origen judío: Fritz Lang, Lubitsch, Wilder, Otto Preminger, Spielberg, Polanski, Woody Allen, entre otros muchos.

Museo Judío
Por fortuna, sigue vivo el espíritu judío en esta Metrópolis, que imaginara Fritz Lang, una ciudad vanguardista, con una Potsdamer Platz realmente espectacular, impregnada de cine, lo que re-convierte a esta capital cultural y alternativa en una nueva Meca del Séptimo Arte, con la Berlinale como aval de prestigio. Siempre tras las huellas judías, me encamino hacia el distrito de Friedrichshain-Kreuzberg, donde se encuentra El Museo Judío, cuya arquitectura deconstructivista me hace recordar el Guggenheim de Bilbao.

Luis Miguélez (centro) en Bembibre
En este barrio  vive el músico bembibrense, Luis Miguélez, que ahora lidera a los Glitter Klinic, y en tiempos formó parte de la movida madrileña con Almodóvar, McNamara, Alaska, entre otros (http://www.myspace.com/luismiguelez).

                                                                 Nueva Sinagoga
Continuré recorriendo o sobrevolando la ciudad de Berlín, acaso como un ángel wendersiano, en busca de alguna quintaesencia o simplemente dejándome perder a gusto y gana por sus calles y sus barrios. En mi nomadeo por la ciudad, siguiendo el rastro judío, me encamino hacia el Mitte, y en concreto a la Oranienburgerstrasse, que aparte de animada, con ese toque artístico que procuran los okupas y grafiteros, como queda reflejado en el conocido edificio Tacheles, fue la principal calle donde se concentró en tiempos la comunidad judía. Y aún hoy puede verse la Nueva Sinagoga o Centro Judáico (http://www.cjudaicum.de/).

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