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sábado, 31 de octubre de 2009

Blanca Riestra en Dijon y en Roma

La escritora Blanca Riestra estuvo en Dijon en la misma época en que a este menda le tocó estar como Erasmus en la Universidad de Borgoña, donde ella también estaba matriculada.

 Lástima que no coincidiera con ella, aunque sí conocí a toda una tropa de gallegos procedentes de la Universidad de Santiago. Incluso recuerdo a una chiquita, Ameijeiras, que luego fue, durante algún tiempo, profesora de Filosofía del Insti de Bembibre, El Señor de Bembibre, donde también estudié el Bachillerato. 

Blanca Riestra, ya por entonces, debía ser una gran estudiosa y muy trabajadora, por eso tal vez no le veíamos el pelo en la ciudad helada de la mostaza y el vino, donde el gran Henry Miller pasó una temporadita, como queda plasmado en su Trópico de Cáncer

Cómo me hubiera gustado conocer a Riestra, que luego de su estancia en la capital de la Borgoña, se fue con una beca a la Academia de España en Roma, como el amigo Miguel Curiel, que ahora está disfrutando tan ricamente de esta beca. Ahora que lo pienso tengo que escribirle a Curiel. 

Blanca llegó a ser, incluso, directora de un Instituto Cervantes en Estados Unidos. Y ahora quién sabe... en Madrid, en Coruña, en otro sitio... Parece que profesora en la IE Universidad en Madrid. 

A ver si puedo contactar con ella.

Caminando sobre la luna

Qué hermoso título para un programa radiofónico, que presentaba en la década de los ochenta, Luz Elez, en Radio 3. ¿Qué será de esta chica? La he rememorado, entre otras cosas, porque acabo de entrar en Google y me he encontrado también con aquel otro programa de radio, Rosa de Sanatorio, que presentaba José Luis Moreno-Ruiz, del que hablaré en otro momento, pues tuve la suerte de conocerlo en Madrid, cuando él ya trabajaba en Interviú. Se encuentran algunos correos de Luz dedicados a Rosa de Sanatorio en esta página: http://www.monmagan.com/radio/rosa-de-sanatorio/
Poema valleinclanesco con aromas alucinógenos, como para volverse loco de puro éxtasis.

viernes, 30 de octubre de 2009

Blanca Riestra (La canción de las cerezas)


La canción de las cerezas es una emocionante novela de Blanca Riestra. Hacía tiempo que no leía algo tan bueno. 
La escritora coruñesa nos cuenta una historia que da la impresión de que fuera autobiográfica, existencialista hasta hacer que vomitemos la vida de puro engaño. 
“Tengo náuseas. Pero las náuseas son un compañero de viaje con el que me he acostumbrado a convivir”. 
“Hay que aprender a vivir sola, todos estamos solos frente a la muerte”. 
La canción de las cerezas es una reflexión inteligente y amarga acerca de la vida. 
Blanca Riestra arremete contra la pijería y las convenciones establecidas. Y lanza dardos contra una España verbenera. “La visión de lo que soy, de la miseria en que estoy imbuida, de la mediocridad de mis propósitos, de la mediocridad de mi vida se me hace tan insoportable que el vómito acaba por resultar necesario, imperioso. Vomito asqueada de mí misma. Me horrorizo, me asqueo, me repugno”. 
“Bien es cierto que todos somos una mierda, que el mundo es un cambalache, que nos aguarda la tumba”. 
“La idea de trabajar, para cotizar, para comer, para seguir, a fin de cuentas, trabajando para seguir comiendo se me antoja absurda”. 
“Cuando uno está solo, el dolor se convierte en un solidario compañero de viaje”. 
Es sin duda una historia autobiográfica. Siento un cariño especial por los escritores capaces de desvelarnos sus propias intimidades, de relatarnos sus propias experiencias y observaciones del mundo entorno. 
Uno de mis escritores preferidos es Henry Miller. Y Blanca Riestra parece haber leído mucho a Miller. 
“Yo no he elegido esta historia de ojos que se abren. La historia me eligió a mí”, nos dice Blanca Riestra como dándonos a entender que la historia debe ser contada. 
Una historia que esta joven escritora sitúa en el París de la Cité Universitaire, en la ciudad de la luz, ciudad laberinto de rayuela, escenario de novelas de Miller, entre otras de Trópico de Cáncer, que se desarrolla fundamentalmente en la capital francesa, aunque también dedica unas páginas a la ciudad de Dijon, donde uno estuviera como Erasmus. Y donde también estuviera Blanca Riestra, aunque no llegáramos a coincidir. Lástima. 

El París que nos presenta Blanca se parece mucho al de Miller. “París había dejado de ser una fiesta para convertirse en un enorme y esplendoroso vertedero”. 
“La realidad de París no deja de ser un simulacro, un espejismo incorpóreo, alucinante, cotidiano”. 
Viví durante algún tiempo en la capital francesa y la descripción que hace Blanca de esta ciudad me parece brillante, extraordinaria. 
“París es el no lugar, la carta no marcada dentro de un póker aparentemente dominado por la trampa”. 
Casi todos vamos a París huyendo, huyendo de nuestro país, huyendo de nuestra vida mediocre y pobretona, en busca de un camino que podría antojársenos artístico, bohemio quizá. 
Luego de vivir unos meses en el París de los poetas, uno se da cuenta de que la rebeldía no es más que una pataleta vana en nuestro camino hacia la tumba, porque en el fondo todas las ciudades son la misma ciudad, y París no es más que un viejo pensamiento, un mito, un mito perfumado con el aroma de la libertad. 
Uno llega a París para salvarse a uno mismo de sí mismo, para dedicarse a ser uno mismo, incluso para destruirse, como me dijera un amigo catalán. 
París ha dejado de ser un mito para convertirse en hermoso cementerio, donde están enterradas grandes glorias del arte. Por ejemplo el cementerio de Père Lachaise, donde Oscar Wilde y Colette comparten su última morada con Jim Morrison. 
“Todos los que allí vivíamos éramos en cierto modo fantasmas... que viven perpetuamente entre paréntesis”, muertos quizá.
“En la vida, como en los libros, desde la primera página podemos averiguar el desenlace... Tan sólo hay que saber leer entre líneas”. 
La vida, como la literatura, no es más que un largo epílogo superfluo. Todo es tan fugaz, como si la vida fuera un canto fúnebre a destiempo. Qué breve es el tiempo de las cerezas. 
“La literatura sólo sirve para amueblar el vacío, para permitirnos creer aunque sea por un momento que podremos burlar a la muerte”.
“París es una ciudad con mal carácter que no respeta las leyes de la lógica”. 
“El París de las postales encubre sin demasiado esmero un París grosero, militante, gamberro, labrador”. 
“En París conviven lo esplendoroso y lo infamante, el lujo y la lujuria, la felicidad y lo cotidiano”. 
“Cuánto más dulce es escuchar las historias de los otros, y olvidarse de vivir”.

Tierra encantada

(Poema dedicado a Ludivina, panderetera de Noceda del Bierzo)

Tierra encantada
cantada a ritmo de pandereta
cantada por ti
Ludivina
Luz Divina
panderetera de rostro inolvidable
y manos expresivas
tocada por ti
musa festiva
mujer de cuento musical
hada madrina historiada
histórica
tierra encantada y roja
vestida de blanco
calzada con galochas en invierno
mientras Gistredo me susurra
cálidas palabras
ahora que siento la nostalgia
criminal de la distancia
ahora que rememoro el sonido musical
de tu sonrisa
apasionada y tierna
tu voz ensoñadora
tus manos que retumban
en el útero de la serranía
verde y azul
ahora que tu pandereta
arrulladora
me canta una nana
en esta tierra encantada y montañosa
relajante y fresca
sagrada
donde algún día regresaré
para contemplarla
mecido en tu regazo
mientras saboreo el tiempo aquel
dichoso y fantástico
espacio serrano y acariciador
endulzainado de leyenda
vibrante
bajo tu inspiración
Ludivina
Luz Divina
musa de la pandereta

Taramundi

No he vuelto a Taramundi pero me quedé enganchado a este lugar, al que espero volver.


El nombre de Taramundi invita a soñar, tal vez porque lo asociamos a Trasmundi o Taramundus, como diría nuestro estimado Jovino Andina, natural del mismo y excelente guía, quien además me cuenta que Mariví Lorido, la mujer de Andy García, así como el cineasta Campanella descienden de este pueblo. Taramundi sería como el Finis Terrae, límite entre lo conocido y lo desconocido, entre la belleza palpable y lo sublime, que es belleza extrema, lo bello grandioso, tan puro y bello que procuran éxtasis en quien lo percibe. Como le ocurriera a Stendhal con Florencia ante tal acumulación de belleza artística, contenida y condensada en esta ciudad italiana, cuyo centro histórico es un museo al aire libre. Taramundi es sublime como un viajero sobre un mar de nubes, en medio de un océano infinito. Algo así como un cuadro de Caspar David Friedrich. Cuando pienso en Taramundi tengo en mente Trasmundo, ese barrio de Robledo de las Traviesas, que se mece en el regazo de la Sierra de Gistredo. También esta sierra debería haberse declarado, hace tiempo, reserva de la biosfera, al igual que ha sido declarado recientemente este paisaje astur, casi gallego en el deje de su habla, en el límite con la Galicia lucense. Se imagina uno a Taramundi como lugar encantado en medio de bosques milenarios de nogales y castaños. En realidad, cuando uno lo visita se aparece como se lo imaginó. Ocurre con este lugar el fenómeno del ya visto y a la vez se nos antoja sorprendente porque lo que uno no se imaginaba es que fuera tan turístico, incluso que hubiera algún guía paraguayo, despierto y con duende, que nos mostrara la etnografía de Teixois: cabazos, batanes, molinos, mazos, etc. Este concejo astur nos enseña a los bercianos cómo se puede potenciar el turismo rural en base a los recursos naturales. También en el Bierzo contamos con recursos naturales, sin embargo, no hemos sido capaces de aprovecharlos, sobre todo en el Bierzo Alto, que está abandonado por nuestros políticos. Es probable que el Principado de Asturias tenga una visión del mundo rural que aún no ha llegado al Bierzo, aunque también éste cuente con belleza artesanal: molinos de agua, lagares y fraguas. Véanse la Herrería de Compludo o el lagar del Alvarico en Noceda. Pero en Taramundi le saben sacar partido a través de visitas guiadas, y han descubierto que el turismo rural es una fuente de ingresos para un pueblo que a uno, antes de visitarlo, le parecía perdido en un lugar del mundo, eso sí, guapísimo, donde hacen navajinas y un queso artesanal delicioso.

lunes, 26 de octubre de 2009

Viaje interior por la provincia del Bierzo

La literatura de viajes me fascina, y El Viaje del Vierzo, de Valentín Carrera y Anxo Cabada, me entusiasmó cuando lo leí, hace ya un montón de años. Ahora me ha dado por releerlo porque Carrera y Cabada han vuelto a las andadas, filmando un documental y escribiendo un libro cuyo título es Viaje interior por la provincia del Bierzo. Este ha sido un viaje en globo, además de algunos recorridos a pie, a caballo, en bicicleta, y otros, por nuestra comarca. Cinco semanas en globo, como hiciera otro de nuestros grandes escritores de aventuras, Julio Verne, que con su viaje en globo por el continente africano, en busca de las fuentes del Nilo, nos descubrió un universo fascinante, y nos abrió de par en par las puertas y ventanas de la percepción, hasta lograr meternos el gusano del viaje en el cuerpo.
Por su parte, Valentín Carrera, que es también un gran viajero, ha preferido darnos un garbeo por nuestra tierra natal. Y a partir de este documental, ha escrito un libro de viaje o mejor dicho ha escrito el libro a la vez que filmaba el documental. Les deseamos buen viaje y esperamos que, de momento, su presentación en Londres se convierta en una aventura apasionante. Mientras tanto, seguiremos su ruta de viaje, como hacemos con el gaucho Eduardo Díscoli, a través de su Diario de Viaje:
http://www.deacaballoalmundo.com.ar/index.htm
Díscoli salió de Buenos Aires hace ahora ocho años, que se dice pronto, y continúa dando la vuelta al mundo, acompañado por sus caballos criollos. Ahora está en Grecia. Pero hace ya tres años, en la capital del Bierzo, tuve la ocasión de conocer a este fenómeno de la naturaleza, capaz como es de vivir sin angustia, sintiendo la libertad en todo su esplendor. Largo camino y larga vida a este intrépido viajero argentino que no conoce fronteras, que ni siquiera conoce el miedo ni la ansiedad de anticipación, que vive como quiere, sintiendo el camino como si fuera su propia tierra, que lo es. Algo extraordinario, que no todo el mundo puede permitirse, por eso es grande este gaucho del siglo XXI.Dicho lo cual, a uno le están entrando ganas de lanzarse al camino. Pero por el momento seguiremos releyendo con pasión ese viaje a caballo por el Bierzo (Vierzo), desde sus primeras páginas en la capital Templaria hasta que logremos alcanzar El mirador de los dioses, en Lombillo, no sin antes hacer un alto en el camino en Noceda del Bierzo, y en concreto en la herrería de Pepe (capítulo 8 del libro), esto es, la fragua de Furil, nuestra fragua fetiche, desde donde seguimos herrando algunas palabras, y a veces errando, que a todo aprende uno, en este noble oficio de componer o fraguar letras.

Valentín Carrera, viajero a través del cine y la literatura


El periodista, escritor y cineasta Valentín Carrera también nos visitó en Tardes de Cine el miércoles 11 de febrero de este año. Berciano del Alto y del Bajo, pues sus orígenes se encuentran tanto en el útero de la Sierra de Gistredo y en Interamnium Flavium, donde se une el río Noceda con el Boeza, como en la capital pimentera, ahora ciudad de la energía.
Como buen viajero por el ancho mundo, sus documentales, series de televisión y sus libros suelen estar relacionados con el viaje, el viaje como estructura narrativa. A uno, dicho sea de paso, le encanta el cine y la literatura de viajes, tal vez por esto comparto memoria con la obra de Carrera.
Nunca olvidaré aquel Viaje del Bierzo, en el que Valentín Carrera y Anxo Cabada, cual gauchos, hacían un recorrido, a lomos de caballos, por el Bierzo, incluso por ese Bierzo menos conocido y por supuesto más agreste, como es la serranía de Gistredo y el valle de Noceda, donde los viajeros eran hospedados en casa de Pepe el Herrero, el dueño y señor de La Fragua de Furil. Un viaje que me dejó una profunda huella, pues me ayudó a entender el Bierzo y me estimuló a recorrerlo con entusiasmo. A partir de ese momento, verdaderamente revelador, me enganché a su obra.
Años más tarde, cuando se puso en funcionamiento la Escuela de Cine de Ponferrada, tuve la ocasión de conocer al Valentín, digamos cinematográfico, y en concreto su serie documental, La sal de la tierra, sobre la clase obrera gallega, desde los orígenes del sindicalismo a finales del XIX hasta los conflictos obreros de los años 70, en el siglo XX. Este documental es un homenaje y una reivindicación de la clase obrera, de los marineros y los campesinos, algo que nos hace recordar La terra trema, el mejor neorrealismo del maestro Visconti, aunque Valentín, como uno mismo, siente devoción por otro maestro italiano, Fellini.
Luego pudimos ver Os Viaxeiros da luz, serie documental viajera, cuyo punto de partida es Ponferrada en su recorrido hacia la Galicia de las rías y la legendaria Costa da Morte, y As Viaxeiras da Lúa, serie entre el documental y la ficción, que nos muestra, a través de cinco singulares viajeras, entre otras, Raquel Palacio, que participó como actriz en varios cortometrajes de la Escuela de Cine de Ponferrada, y Marta, también ex alumna de esta escuela, nuestra tierra hermana, miña terra galega. Como los personajes de La vuelta al mundo en ochenta días, las viajeras utilizan varios medios de transporte, a saber, a pie, a caballo, en barco de vela, en globo, en coche de línea. Apasionante para quienes vivimos, como nómadas, en constante movimiento y búsqueda de emociones intensas, porque al fin, la mejor forma de viajar es sentir, como nos recuerda Pessoa.
En su charla, Valentín Carrera nos habló de su trayectoria cinematográfica, y nos mostró una parte de su último trabajo, Viaje interior por la provincia del Bierzo, al que tuve la oportunidad de asistir, como espectador, a uno de sus rodajes en Ponferrada. Sobre esta obra, fílmica y en soporte libro, hablaré en otro momento.
Te deseamos, estimado Valentín, larga vida en tus viajes literarios y cinematográficos.

Chema Sarmiento

Julio Llamazares nos devuelve a Chema Sarmiento, que descorchó nuevo año, en concreto el miércoles 14 de enero, con las primeras Tardes de Cine en la Casa de las Culturas de Bembibre, y al que siguieron Valentín Carrera, Felipe Vega, Juan Antonio Pérez Millán y la actriz Macarena Gómez.
La primera vez que supe de Chema Sarmiento fue cuando se estrenó El Filandón en el antiguo Cinema Paz, hoy Teatro Benevívere. En aquella película veíamos a algunos de los mejores escritores de la provincia leonesa, reunidos en torno a una hoguera, para contarnos historias apasionantes. La Campa o campo de Santiago, próxima a Colinas del Campo, servía como escenario espectacular. Aquel fue sin duda un gran acontecimiento cultural, que despertó en mí una curiosidad por el cine, y en concreto por su cine. Entonces, uno era un guajín, que cursaba estudios de Bachiller en el Instituto Señor de Bembibre. Aquella película me impresionó, y me pareció una obra de arte, porque además retrataba a gente y paisajes conocidos, familiares, y lo hacía de un modo que se me antojaba extraordinario, emocionante. Nunca olvidaré aquellas Peras de Dios, filmadas como un cuadro impresionista, en Albares de La Ribera, pueblo cercano, pues mi abuelo materno, conocido por Antonio El Chulo, era oriundo de esta localidad, que es a su vez la cuna de Chema Sarmiento. Luego pasó el tiempo, y poco más supe de aquel director, que nos había cautivado con sus puestas en escena filandonianas.
No obstante, me enteré, gracias al amigo Pedro Trapiello, que Chema vivía en París, pero los bercianitos de a pie no estábamos al corriente de sus andanzas fílmicas, más bien nada. Hasta que un buen día quedamos en la Ciudad de la Luz, en un café de Châtelet, y hablamos de sus quehaceres y proyectos. También me contó que estuvo a punto de rodar El año de wólfram, basada en la novela de Guerra Garrido, pero al final no hubo entendimiento. Lástima, porque de seguro hubiera hecho una buena adaptación fílmica. Yo había viajado a la capital francesa, entre otras cosas, para visitar una Escuela de Cine, Eicar, con la que habíamos firmado un convenio de intercambio de alumnos. En esa época trabajaba en la Escuela de Cine de Ponferrada, y Chema Sarmiento trabajaba, y aun trabaja, en la Femis, antiguo IDHEC, donde se tituló como Director de cine. A partir de ese momento, intercambiamos algunos correos electrónicos, y nos volvimos a ver con motivo del Primer Festival de cine de Ponferrada, pues Chema fue el invitado de honor.
Aparte de El Filandón, con la que los bercianos estamos más o menos familiarizados, Chema rodó Los Montes, un espléndido trabajo fin de carrera, con el que fue nominado al César en la categoría de Documental, aunque éste sea un mediometraje de ficción, y El wólfram. La montaña negra (éste sí es un documental).
Los Montes se adentra en las esencias rurales de una aldea perdida en las estribaciones del Catoute, el pico más alto del Bierzo. Algunas secuencias de esta película nos hacen recordar Las Hurdes (Tierra sin pan) de Buñuel, aunque su director confiesa que cuando hizo esta película, no había visto el documental de Buñuel. Los Montes tiene un aura como de realismo poético o mágico, que logra cautivar al espectador. Todas estas obras pudieron verse en el Festival de cine de Ponferrada, cuando su director fue invitado al mismo.
En las Tardes de cine, en cambio, Chema nos habló sobre todo de su serie Mahoma, sobre el profeta musulmán, que consta de cinco capítulos. Incluso proyectó el primer capítulo, cuya duración es de 55 minutos. Esta serie ha tenido gran difusión no sólo en Francia sino también en el Canal Arte de la televisión alemana.
Creo que fue una buena idea que, en la Casa de las culturas, y habida cuenta de que en Bembibre hay una comunidad pakistaní, caboverdiana, entre otras, se diera a conocer esta serie, que fue rodada en diferentes países de África y Asia.

Julio Llamazares


Cuando uno es capaz de escribir una obra como La Lluvia amarilla, ya está consagrado. Lo que logra Julio Llamazares con esta novela es algo extraordinario, incluso un ejercicio arriesgado, como es el adentrarse en la soledad, la tristeza, el silencio, el vacío, la muerte, incluso la locura, por qué no decirlo, y salir indemne de ella.


Desde el principio hasta el final el autor nos sacude las entrañas y nos invita a reflexionar acerca del tiempo y la muerte, la propia, la de quienes nos rodean y por quienes sentimos afecto. “Llega siempre un momento –el mío coincidió con la muerte de mi madre- en el que, de repente, la juventud se acaba y el tiempo se deshiela como un montón de nieve atravesado por un rayo”, escribe Julio.
La belleza de La Lluvia amarilla nos deja trastocados, tal vez porque el saber nos produce dolor, y esta novela, escrita en prosa, digamos lírica, está llena de sabiduría. No en balde, Llamazares es un magnífico poeta, léanse La lentitud de los bueyes y Memoria de la nieve, incluso el ensayo poético acerca de un pintoresco personaje de la historia leonesa, devoto del buen vivir y el mejor beber, aficionado al orujo y al tute, a quien Llamazares rinde culto en El entierro de Genarín:
¿Por qué León se confiesa/sin ir al confesionario/con una copa de orujo/y romances en los labios?


Yo vengo de una raza de pastores que perdió su libertad cuando perdió sus ganados y sus pastos.
Durante mucho tiempo mis antepasados cuidaron sus rebaños en la región donde se espesan el silencio y la retama.
Y no tuvieron otro dios que su existencia ni otra memoria/que el olvido
(La lentitud de los bueyes).




Hace ya mucho tiempo que camino hacia el norte, como un viajero gris perdido entre la niebla.




En el camino del norte, sin embargo, sólo mendigos locos me acompañan (Memoria de la nieve).




En todo caso, si este escritor leonés, afincado en Madrid, sólo hubiera escrito esta novela, tendríamos ante nosotros, de igual modo, a uno de los más lúcidos narradores de los últimos tiempos en lengua castellana. En realidad, no hace falta escribir muchas páginas para llegar a ser un escritor reconocido, como le ocurriera al mejicano/mexicano Juan Rulfo, quien por lo demás ha ejercido una influencia definitiva en muchos escritores, y que resulta evidente en La Lluvia amarilla, obra cumbre de Llamazares, traducida a varios idiomas, y representada en teatro. Ahora nos queda verla en cine.


Además de la novela mencionada, Julio Llamazares nos ha obsequiado obras como Luna de lobos, sobre la mítica figura del maquis, cuya adaptación al cine hizo otro leonés, “el camarada” Julio Sánchez Valdés (que estará en el mes de enero de 2010 en Tardes de Cine en Bembibre), o bien libros de viaje como El río del olvido o Tras-os-Montes. Algún día haré una reseña de esta magnífica obra con sabor portugués. 

El río del olvido es un viaje que el autor hace a pie, siguiendo el curso del Curueño, el río de su infancia, desde su muerte hasta su origen. Y recuerda la mejor literatura de viajes del maestro Carnicer, Donde Las Hurdes se llaman Cabrera.Además de su pasión viajera y su particular mirada del paisaje (“el paisaje es memoria... y fuente originaria y principal de la melancolía”), Llamazares ha trabajado como guionista y/o coguionista en películas del director leonés, Felipe Vega, y en una película memorable, Flores de otro mundo, cuya directora es Icíar Bollaín.

La primera vez que supe de la existencia de Llamazares debió de ser cuando lo vi en la película, El Filandón, del director berciano Chema Sarmiento (invitado en las primeras Tardes de cine de Bembibre). Recuerdo aquel relato suyo, que transcurre en el pantano del Porma, entre la alucinación y la noche azulada de un pueblo en ruinas, impregnado de aromas rulfianos, y un poema, Fresas, leído por el propio Llamazares, que dejó una profunda huella en la retina de mi memoria:
Entre las truchas muertas y la herrumbre,fresas.Junto a las fábricas abandonadas, fresas.Bajo la bóveda del cielo, muñecas mutiladas y lágrimas románicas y fresas.Por todas partes, un sol de nata negra y fresas, fresas, fresas.Consumación de la leyenda: en losglaciares, la venganza.Y, en los espacios asimétricos del tiempo,un relato de amor que la distancia niega y ocas decapitadas sobrevolando mi corazón. Por todas partes, un sol de nata negra y fresas, fresas, fresas...Es probable que su pasión por el cine le llevara a escribir Escenas de cine mudo, constituido por varios capítulos, en los que la realidad se impone como una fotografía en blanco y negro, entre los que destacaría Retrato de un fantasma, La colina del diablo, Pulmones de piedra, La memoria enterrada, La vida en blanco y negro, Huérfano en la catedral o Se vive solamente una vez, que dedica al British Bar de Lisboa, en Cais do Sodré, donde hay un reloj cuyas agujas y el tiempo discurren al revés. De este asunto también doy cuenta en Lisboa, cidade miraouro, recogido en Viajes sin mapa.
En el penúltimo capítulo de Escenas de cine mudo, Uvas de perro, Llamazares menciona las fotos de Juan Rulfo, que el escritor hizo cuando recorría como viajante los pueblos de todo México/Méjico. “Rulfo… sabía que las fotos tienen que ver con la muerte”. “En sus fotografías –escribe Carlos Fuentes-, Juan Rulfo resucita al pueblo entero de Pedro Páramo y El Llano en llamas para darle su actualidad más precisa y más preciosa”.
Sólo una vez tuve la ocasión de hablar con Julio Llamazares. Fue en León, en la terraza de un bar, que está en uno de los soportales de la Plaza Mayor. Creo recordar que era El Universal. Han pasado varios años desde entonces, pero ahora me gustaría volver a verlo. Ojalá viniera a la presentación, en el Albéitar de León, de Elogio de la distancia.

sábado, 24 de octubre de 2009

Felipe Vega

El director de cine y guionista Felipe Vega (quien fuera profesor en la desaparecida Escuela de cine de Ponferrada, un tipo estupendo) dio una charla, el once de marzo de este año, en la Casa de las Culturas de Bembibre acerca de su trayectoria cinematográfica, y nos mostró algunos minutos de su documental Elogio de la distancia, con guión y codirección de Julio Llamazares, y el apoyo del todoterreno Yuma. 

No resultan habituales ni abundantes los directores de cine en la provincia de León, contrariamente a lo que ocurre en el mundo literario, donde pegas una patada a una piedra y saltan como libres o corzos los plumillas y “escribidores”, si es que ya escribe cualquiera, y a todo “quisque” “llámanlle” escritor.
Sin embargo Felipe Vega es un cineasta leonés, también bregado en lides de crítica de cine, que ha sabido y podido proyectarse y proyectar sus películas dentro y fuera del país.
Su cine, de carácter digamos intimista, basado en guiones inteligentes, diálogos acertados y personajes creíbles, quizá no sea muy conocido entre la población, habituada a ver películas comerciales, hechas con muchos trucajes y efectos visuales/especiales, películas de acción, como se decía antes, donde se pegan tiros a tutiplé, y salta la sangre por todos lados, sino que las suyas se me antojan cercanas, y por tanto más entrañables, como Nubes de verano, cinta por la que siento devoción, y que recomiendo a todos, sobre todo a aquellos que gustan de un cine que mueve y conmueve, que llega al alma, puesto que nos ayuda a indagar en la falsa conciencia, en esa mala fe que todos tenemos. No nos engañemos, porque decimos ser de una manera y nos comportamos de otra. Y nuestros gestos, las más de las veces, nos “des-razonan”, como nos cuenta Leopoldo María Panero, el lúcido poeta trastornado originario de Astorga, en el documental de Chavarri, El desencanto.
Se ha dicho, con frecuencia, que el cine de Felipe Vega está emparentado con el del francés Rohmer.
A decir verdad, Nubes de verano tiene ese sabor y frescura que vemos en los cuentos fílmicos de uno de los padres de la Nueva Ola francesa.
Incluso cabría decir que esta peli tiene esa resonancia a Cuento de verano de Rohmer, lo que no le resta un ápice de grandeza al filme de Felipe.
Otros han visto Nubes de verano como Pauline en la playa. En cualquier caso, el cine de este leonés afincado en Madrid, como parece que no puede ser de otro modo en la industria del cine, me resulta atractivo, y sobre todo emocionante.
Además de su labor como director de cine, Felipe Vega imparte clases de Dirección en la Escuela de Cine de Madrid (más conocida como la Ecam). Y en tiempos, qué tiempos aquellos, dio clases en la Escuela de Cine de Ponferrada.
Felipe Vega ha colaborado, como ya señalé, con su amigo Julio Llamazares, quien ha escrito algunos guiones como es el caso del documental que tendremos ocasión de visionar en su totalidad en León, o bien de la película El techo del mundo, con actores como Adolfo Fernández y Roberto Enríquez, descendiente éste último de Fabero e invitado del pasado Festival del Botillo en esta localidad minera del Bierzo Alto, y con actrices como Icíar Bollaín, que se ha convertido en una de las mejores directoras de cine de España, así como la mítica Marisa Paredes, a quien nunca olvidaré, porque un buen día estuvo, a comienzos de los ochenta, y en pleno apogeo de la movida madrileña, en Noceda del Bierzo, en concreto en el Mesón de Las Chanas, y por supuesto en casa de los padres de Doni la de Sicoro y de Pepa la de Primo, porque creo recordar que fue Doni quien la invitó al pueblo-útero de la Sierra de Gistredo.

Elogio de la distancia

El proximo viernes día 30 de octubre se proyecta, en el Albéitar de León, Elogio de la distancia, un documental realizado por Felipe Vega y Julio Llamazares, y rodado en Fonsagrada, Lugo. Cuando nos visitó Felipe Vega en Tardes de Cine de Bembibre, el once de marzo de este año, tuvimos la ocsión de ver un fragmento de este espléndido trabajo, donde la fotografía es un arte, gracias a Alfonso Parra, que alguna vez impartió clase en la Escuela de Cine de Ponferrada. Lo ideal sería poder contar con la presencia de los tres en León.

viernes, 23 de octubre de 2009

En los mares del noroeste

Vuelves al frío y las nieblas
como un salvaje
que tocara el tan-tan
e imaginara el futuro
como un tiempo derretido
colmado de fresas

Vuelves al frío
dispuesto a sentir
una vez más
cómo procrean las bestias
en los acantilados
bajo la brisa azul cobalto del trópico
mientras los niños sueñan con un dios
cariñoso e inexistente

Vuelves al frío y las brumas
en espera de una sensación placentera
y un mundo en paz
en el que cantan los gorriones de tu infancia
y soplan las gaitas
un eco infinito de ficción
en los mares del noroeste

El Alemán de Noceda del Bierzo

PARA PERPETUAR LA MEMORIA

El Alemán de Noceda del Bierzo





















Cuando era pequeño, y oía mencionar a El Alemán, se me abría todo un mundo atractivo y sugerente. Entonces, ya sentía la necesidad de ir más allá del propio entorno, de atravesar montañas, cruzar charcos y mares y viajar en busca de otros espacios. Suponía que este señor, al que llamaban El Alemán, debía ser uno de los muchos emigrantes españoles por el mundo adelante. A lo mejor por eso me gusta tanto el programa televisivo, Españoles en el mundo. Pasado algún tiempo supe que a Manuel Fernández Núñez le decían así porque había combatido como voluntario en la División Azul. ¿Qué era aquello de la División Azul? ¿Y cómo un señor de Noceda del Bierzo había llegado a enrolarse en este bando?, debí preguntarme, pero dejé que transcurriera el tiempo, con la incógnita sin despejar, acaso convencido de que algún día, en algún momento, llegaría a desvelar esta historia, en verdad, interesante.

Hace unos días, y por azares de la vida, como suele ocurrir a menudo, coincidí en Bembibre con Esther Fernández, su nieta, quien me refrescó la memoria, y me sugirió si estaba interesado en hacerle una entrevista a su abuelo. No lo dudé ni un momento. Concertamos cita. Y nos vimos, puntuales, en el barrio de Río, en Noceda del Bierzo, en la casa de Manuel Fernández Núñez, que me recibió con hospitalidad y los brazos abiertos. Allí, sentados a la puerta de casa, nos estaban esperando él y su mujer, Felicitas Uría Fernández.
A sus casi noventa años, El Alemán se muestra vital y con la energía suficiente para hilvanar historias y anécdotas de otros tiempos. Hablamos de muchos asuntos, todos ellos relacionados con la Guerra Civil/Incivil Española, su incorporación al servicio militar bien jovencito, con 17 años, y su participación en la batalla de Teruel bajo las órdenes del bando Nacional y posteriormente en la División Azul, en torno a 1943. Conviene matizar que El Alemán, a pesar de haber batallado contra Rusia, es y se siente profundamente de izquierdas, lo que resulta curioso, aunque no tanto, si tenemos en cuenta la época que le tocó vivir. Entonces, había que sobrevivir a como diera lugar, y él quiso probar experiencia, que a buen seguro le permitió viajar, salir de su pueblo, y de paso ganarse unos cuartos. Su mujer, que me mira con atención y se muestra desenvuelta y muy viva, está convencida de la inutilidad tanto de la Guerra Civil como de la Segunda Guerra Mundial. “La guerra habría estado bien en los infiernos”, dice con enfado. Y qué razón tiene. No en balde, nuestra guerra resultó fratricida y la Segunda convirtió a Europa en un gran cementerio. El Alemán tuvo la ocasión, mientras permaneció en Berlín, de asistir a algún mitin del Führer. Casi nada. Otros sólo podemos dar cuenta de Hitler a través de documentales como El triunfo de la voluntad o de alguna parodia como la que hace Chaplin en El gran dictador o Bruno Ganz en El hundimiento. A pesar de ser un macabro, a uno le hubiera gustado ver a este loco que metió al mundo en un puño y se ensañó sobre todo con la población judía de un modo atroz, inimaginable casi. “Después de Auschwitz, escribir poesía es un acto de barbarie”, sentencia el filósofo Adorno. Cuando uno visita este campo de concentración, en Polonia, se le baja el alma a los pies, y acaba mirando el pasado con ojos lacrimosos. “Berlín –recuerda El Alemán- era una ciudad grande y bonita”. Nos imaginamos a Manuel, El Alemán, paseando por la Unter den Linden bajo un cielo plomizo en una, hoy, metrópoli multicultural y animada, en la que por lo demás está otro nocedense, Miguel Ángel García Rodríguez, como corresponsal de Televisión Española.


http://www.rtve.es/tve/informa/correspo/berlin_new.htm
“En Hof viví momentos divertidos –rememora-, como cuando intentábamos relacionarnos con chicas alemanas”. “¿Señorita, quiere venir mañana conmigo al cine? Fräulein will morgen mit mir zu dem Kino kommen?" De este modo, se expresaba más o menos nuestro personaje nocedense, que al parecer también compartió con otros paisanos, entre ellos Santiago Blanco y Tomás López, su paso por la División Azul. “Sólo fueron seis meses en la División Azul”, aclara, algo que reconfirma Felicitas, su mujer. Además de Alemania, también estuvo en Varsovia, donde recuerda haber comprado, en el tren, una docena de huevos a una señora, en Riga (Letonia), en Lituania y en Rusia, en concreto en la población de Nóvgorod, cercana a San Petersburgo, donde se le helaba la respiración a 35 grados bajo cero. “Hasta nuestros pasamontañas y los caballos criaban hielo”, añade. De repente, El Alemán se queda pensativo, como si estuviera visionando su historia de guerra, y trae a la mente el Volga, quizá porque el río, éste que él vio alguna vez, simboliza el flujo ininterrumpido de la vida, de su vida inagotable.

Alejandra Burgos en el Tararí


Era la primera vez -siempre hay una primera vez- que escuchaba a Alejandra Burgos, y me quedé flipado. Ayer noche, en la sala Tararí de Ponferrada, tuve el privilegio de ver a esta argentina fuera de serie, con la chispa y energía suficientes para hacer amar la musica -y a ella misma- por encima de todo. Alejandra es la Janis Joplin de nuestro tiempo. Sí, es una mujer con una fuerza increíble en el escenario, acompañada de músicos de gran talla.  

Alejandra Burgos nos deslumbró con su directo potente y atrevido. Esta argentina, menudita de cuerpo pero "matona" y con carita de niña buena, nos elevó a los cielos musicales. Allí estábamos los habituales, entre otros, el amigo Chente, que se puso también en primera fila para empaparse de ritmos blueseros y countries. 

Al final, Alejandra y su banda inerpretaron y versionearon algunas canciones legendarias de los míticos Beatles, incluso de la Creedence Clearwater Revival, y vibramos todos como posesos. 

Confieso que se me erizaron los pelitos del alma. Muy buena la piba, che, que se subió a lomos del potro-bajista para cantarnos y cameló al público con su voz poderosa y su mágica puesta en escena. Gran acierto por parte de la sala Tararí y su propietario, Jorge, capaz de darle vida musical a la ciudad de Ponferrada y servir como punto imprescindible de referencia en la noche berciana. Gracias por ofrecernos estos deliciosos momentos y veladas al amor/calor de la música. Y gracias a Vero por su amabilidad a la hora de servir copas y bebidas varias. 

Hasta la próxima. Nos vemos en el Tararí.

jueves, 22 de octubre de 2009

Osito grizzly en Grouse Mountain

Osito Grizzly en Vancouver (Canadá)

Para abrir las legañas a esta mañana de resaca musical, os brindo, cual torero berciano, este osito bravo y pardo, que tanto y también nos hermana con las brañas de Primout y el Catoute.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Vancouver desde el Lookout del Harbour Centre


Canadá, país de montañas, bosques y lagos legendarios

En cuanto uno oye la palabra Canadá, se aparece un país inmenso, tanto que por extensión es el segundo, después de Rusia, o sea, unas veinte veces España. Lo que nos produce vértigo y a la vez curiosidad por conocerlo. ¿Quién no ha oído hablar de las Montañas Rocosas, el parque Nacional de Banff y los Grandes Lagos? Canadá, además de un país rebosante de naturaleza, incluso salvaje e inabarcable, es una tierra hospitalaria, quizá porque es de todos, porque son muchos los inmigrantes que han ido a parar a este lejano Oeste en busca de aventura y una vida de porvenir. Aquellos que decidieron viajar en pos de la quimera del oro. Como fue el caso del escritor y aventurero Jack London, que sintió “la llamada de lo salvaje”, y otros, entre ellos algunos bercianos, incluso de Noceda, que en algún momento visitaron una parte de este extenso territorio, cuya población, unos treinta y tres millones de habitantes, no es mucho mayor que la que se concentra en el área metropolitana de Tokyo.

Canadá es asimismo el territorio de una Navidad de cuento, nevada y luminosa, con sus trineos y leñadores, caribús y osos, no del todo amorosos, sus glaciares y extensos parques con abetos de Douglas y gigantescos y milenarios cedros rojos, sus hojas de arce y castores como símbolos nacionales. Todo esto es Canadá y mucho más. Pasen y vean.

Vancouver, ciudad Olímpica en 2010

Este verano tuve la ocasión de viajar al Oeste canadiense, en concreto a Vancouver y la Isla de Vancouver, lugares que recomiendo a los lectores, y sobre todo a quienes aman los deportes y la naturaleza en todo su esplendor. 


La ciudad de Vancouver será la anfitriona de los próximos Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Invierno, en febrero de 2010. Así que, aquellos que dispongan de vacaciones, ya pueden ir preparando equipaje. La cita será en el monumental BC Place Stadium. Sólo por su situación geográfica, entre el Océano Pacífico y las montañas, ya merece una visita. Y aparte de sus encantos naturales, como los parques y/o bosques -integrados a la perfección en la ciudad-, sus playas y montañas costeras, cuenta con numerosos atractivos.

Encantos naturales


Sus parques naturales le ponen los dientes largos a cualquier visitante. Conviene recordar que en Canadá existen unos cuarenta parques Nacionales y un buen número de parques provinciales, que no se ven adulterados con puterías varias, como está ocurriendo con nuestros paisajes bercianos. Algunos políticos y empresarios españoles, de raigambre carpetovetónica, deberían darse una vuelta por este país modélico en tantas cosas. 


El amor de los canadienses por su naturaleza y los animales es algo extraordinario. “Sorry”, le dice el dueño a su perro, al pisarlo. “Sorry” es una palabra muy en boca de los canadienses, tal vez su preferida, como me dijera Karen, una nativa que me dio buenas lecciones, y me ayudó a descubrir Vancouver. Gracias también al padre de Karen, el señor Rusk, que me acogió en su casa con vistas al mar, y me paseó en su porsche rojo por la ciudad de Victoria, la capital de la Columbia Británica.

Periódico El Buscador

Quiero hacer referencia a este periódico bimensual, que además de su edición digital, se distribuye por el Bierzo, Laciana y Valdeorras. Gracias a Quique y a Sonia, sus artífices, tenemos la ocasión de disfrutar con la agenda de eventos culturales de estas tierras, publirreportajes, críticas de libros, artículos sobre psicología, en este número acerca del Alzheimer o algún minirreportaje de viajes, en este caso sobre Canadá, que este humilde colaborador tuvo a bien hacer. Reproduzco parte del texto.http://periodicoelbuscador.com

martes, 20 de octubre de 2009

Entrevista a Gustavo Bueno en La Crónica

Acabo de leer, a toro pasado, la enterevista que Labarga le hace al filósofo Bueno y me ha despertado, una vez más, sobre todo después de la magnífica velada de ayer en compañía de Mestre, Lostalé, Alfonso García, Varela, Suárez Roca, Fermín López Costero, Ester Folgueral, Mar Palacio, Germán Valcárcel, entre otros. 
"En estos momentos la cultura es un instrumento de propaganda política”, señala categórico el maestro Bueno, que da en toda la diana cuando, sin pelos en la lengua, se atreve a decir que no le sorprende que la concejala de Cultura abandonara la sala antes de que él empezara la conferencia. Y algunos políticos, que jamás han leído un libro de filosofía ni ganas les da, viven como en otro mundo, el universo aberrante de los poderes, acaso divinos. Quiero felicitar a Paco Labarga por su buen hacer periodístico.

Saber y no saber

Saber y no saber
en busca de sueño y tiempo
oro y emoción
Querer y no poder
mientras abres el límite del universo
Volver y no volver
al centro exacto de un corazón
Sentir y no sentir
que la vida es absurdo y muerte
instante y camino
Volar y no volar
como un globo herido
que atravesara el infinito

Entrar y no entrar
en el espacio inacabado
de una sonrisa

Ser y no ser
Siempre
Nunca

Ahora ya es tarde
para volver a saber
sentir
atravesar los agujeros del universo

lunes, 19 de octubre de 2009

Mario Gaviria

Nunca olvidaré ni la primera ni la segunda vez que fui a La Habana, entre otros motivos, porque tuve el gusto de conocer a Mario Gaviria, con quien compartí momentos inolvidables, que algún día relataré o no. Ya se verá. Supongo que Mario seguirá en su ciudad preferida, "tal vez la mejor del mundo", al menos para él, que goza de un clima especial, sobre todo afectivo o amoroso, y que le permite vivir a su aire, sin prisas, escribiendo en el hotel Nacional, con vistas al Malecón. 

La primera vez nos encontramos en la Plaza de Armas de La Habana Vieja. Mario estaba al lado de un puesto de libros, que resultó ser de Orlando -ya fallecido, pobrecito-. Entablamos conversación, cuando él me vio aproximarme a los libros. "Este es buen sitio para comprar libros", debió decirme. Entonces, comenzó la charla, con él y con Orlando, alias Sammy. Me contó un montón de cosas, pero no me dijo que en España era bien conocido, sobre todo entre la población de sociólogos. Cuando le dije a mi amigo José Luis Carretero que había hablado con Mario Gaviria, José Luis reaccionó a la primera: ¡Cómo, qué has conocido a Gaviria el sociólogo! Carretero lo conoce porque también él estudió en Navarra, y Mario es de esta tierra. 

La segunda vez que nos vimos fue aún mejor. Lo llamé, quedamos en su casa, y montamos una festichola a ritmo de guaracha y chachachá, quizá fuera a son de reguetón. Y hablamos incluso de Amancio Prada, con quien Mario compartió alguna velada habanera, y del escritor Pedro Juan Gutiérrez. Y de tantos asuntos.

Blanca que te quiero blanca

Me cuenta nuestra amiga Idoia -algunos y algunas que seguís el blog, la conocéis- que si bien los kebabs están sabrosos y gustan al personal, sobre todo "cuando el rollo de carne está recién puesto en el pincho-asador y la carne es más fresca", no es menos cierto que hace ahora unos unos 15 años salió una noticia en todos los periódicos de Europa, que nos sorprendió y algunos/as les asqueó. Al parecer, "un 70% de las salsas blancas de Kebabs analizadas en Holanda incluían esperma humano". Increíble pero real. Si es que lo que no hagamos los humanos, demasiado animalines por lo demás, no lo hace nadie, ni siquiera las bestias que copulan en los atardeceres rosa, tras montes de plástico y asfalto. Vivimos en un mundo cainita, perverso y en determinados casos hecho a nuestra medida bestial. Se pregunta Idoia si "¿lo de que echen semen dentro de la deliciosa salsa blanca es una venganza yihaidista de los árabes que curran en estos barecillos? O bien ¡¡¡¡¿Será que el peculiar saborcillo de la salsa se lo da el toque de semen humano?!!!!". Pues de todo habrá en este putiferio seminal, otrora jardín de las delicias, pintado con maestría por El Bosco. La próxima vez que alguien se coma un kebab que piense en los placeres que procura una comida sana y exquisita. Que no es nuestra intención -vivan todas las diosas del olimpo- en chingar el negocio de los dönner y los shish. También en Méjico/México se dice que el pulque está aderezado o fermentado con mierdecilla humana. Pero no dejen de probarlo.

Al rico Kebab

Al rico Kebab

MANUEL CUENYA 01/12/2003






EL DÍA EN QUE A alguien le dé por montar un «Kebab» en el Bierzo, estoy convencido de que se forrará. Incluso podría decir que muchas veces he pensado en que éste sería un negocio redondo. Ahora que la idea está lanzada, sólo queda ponerla en funcionamiento. Y es que el Döner Kebab es comida que suele enganchar a quien la prueba. Es como si fuera una comida que creara adicción. «Cuando me siento con el ánimo por los suelos, como un kebab y eso me eleva el ánimo», me decía un tipo en Francia, que por lo demás se confesaba vegetariano. Qué curioso. Luego uno va descubriendo que a los lugares a los que va hay kebabs por todas partes. Y que es comida turca y/o griega. «Sandwich Grec» o «Gyros Pita», le dicen en Francia. Y kebab o kebap le dicen en sitios como Estambul, Hamburgo, Amsterdam o Madrid. Por citar algunas ciudades en las que este manjar se está imponiendo como el rey de la gastronomía rápida y sabrosa. Un kebab a tiempo puede alegrarte el día. En su origen está hecho con carne de cordero, pero en la actualidad, y sobre todo en España, se hace con carne de res o de pollo. A uno, en cualquier caso, le gustan todas las variedades, siempre que estén bien hechas y servidas. 

Hace ya años me encontré con un español en París. Concretamente en la Gare de Austerlitz, que es la estación de donde salen los trenes con dirección a Irún. 
Resultó ser un español de León, que se atrevió a montar un "kebab" en nuestra capital provincial. 
El restaurante, especializado en esta exótica comida, está situado en los aledaños de la Plaza San Martín, cerca de la conocida Plaza del Caño. No recuerdo ahora la calle. 
El restaurante se llama o se llamaba Flam's. 
Puede que ya ni exista. Y servía unos kebabs realmente exquisitos. Tuve la fortuna de probar uno hace años y me supo a gloria bendita. El día que me dio por ir al Flam's no estaba Enrique, que es la persona con quien me encontré en París. Pero me atendió su hermana, muy amable. Espero que a Enrique le vaya bien. La verdad es que me alegraría verlo. Y sobre todo felicitarlo por haber logrado que los leoneses prueben y aun reprueben esta comida. Un buen kebab, además de tomarlo en tortilla de trigo, también se me antoja exquisito en pan o "baguette", como lo sirven en algunos sitios del Barrio Latino de París. Ahora sólo queda que algún berciano decida poner en marcha un restaurante que sirva este tipo de alimento. Ponferrada sería un buen sitio.
Después de escribir esto, hace ya tiempo, en la capital han proliferado los negocios de Kebab, y eso nos entusiasma, porque, además de poder degustarlo, nos ha dado la razón.

viernes, 16 de octubre de 2009

Ya nunca volverás a la carga

Ya nunca volverás a la carga
con la rutina en la lengua
porque se abrió un mar 
de fantasías
entre tu horizonte 
sin límites
y tu sedentario sinsentido 
de la conservación

ahora sólo tienes que dejarte ir
por un camino 
inexistente
en busca de un mundo
tal vez ensoñador
colgado del otro lado del tiempo
acaso hipnotizado 
por la cara invisible
de una luna rayada 
de recuerdos 
agridulces
en medio de un espacio 
vacío
derretido 
como un amor imposible 
y loco
hecho con los escombros
de tu herrumbre 
amarilla
y el aullido 
violáceo 
de una pasión 
incontrolada
pero tú nunca volverás 
a lo cotidiano
porque eres libre
entre los huecos 
infinitos del tiempo curvado
y el azul cobalto 
de las sendas extraviadas
en forma de alacrán
que reptara por dunas 
de incertidumbre
un día
ahora lo recuerdas 
con lágrimas en la mirada
en que las fieras 
dejaron de amar 
a los seres humanos
para siempre
y estalló una bomba 
en tu cerebro
alucinado 
vuelto del revés
en mitad de ninguna parte.

La psicodelia

La psicodelia, o sea, la manifestación del alma es algo que siempre me ha interesado, tal vez porque uno se siente espiritual, a pesar de todo, aunque conviene matizar que lo espiritual no debe ser entendido como religioso. 

Las religiones, dicho sea de paso, me producen desazón, y me parecen una tomadura de pelo al personal, que acaba enganchado y sin posibilidad de abrir la mente a otros mundos. Prefiero la razón, el análisis de la realidad, el logos antes que el mito, aunque éste luzca vistoso y exótico. 

El mundo no sería como es si la gente utilizara más el raciocinio. No obstante, lo contracultural, lo psicodélico funciona como válvula de escape en un mundo, por otro lado, encorsetado, aferrado a unas normas estrictas, a un sistema controlador -el Gran Hermano que nos vigila día y noche, en casa y en la calle-. Por eso nos atrae lo alternativo, lo que va contra lo establecido o normativizado, y aquí tiene su cabida el arte psicodélico, que se basa en una vuelta de tuerca al sentido espacio-temporal, un cuestionamiento a la propia identidad. Algo que se consigue a través de determinadas sustancias, incluso con la alteración de algunos neurotransmisores, nuestas drogas endógenas, a saber, la dopamina, serotonina, endorfinas, encefalinas, etc. Todo un mundo apasionante. 
El arte psicodélico entronca con los viajes interiores, logrados a través de los ácidos y otras drogas. No es que a uno le gusten las drogas, sólo que me interesa mucho los efectos que éstas pueden llegar a provocar en los individuos, que ven alterado su estado de conciencia, como ocurre, por lo demás, en determinadas enfermedades o trastornos de la psique. 

 La literatura psicodélica es abundante, y hay buenos ejemplos, como Rimbaud, Blake o el propio Valle Inclán. La música también ha dado sus resultados, desde los Beatles, Hendrix o Jim Morrison, el gurú de The Doors, hasta el legendario grupo Pink Floyd, además de todos los movimientos de Acid House, Transe, Rock psicoácido, etc. Un mundo realmente atractivo, que nos devuelve a los paraísos artificiales con los que soñara Baudelaire y al florido y colorido mundo del subconsciente, explorado tanto por el doctor Freud como por los surrealistas y aun por los expresionistas, en todas las artes.